Cinco años después: medicina, verdad y memoria de tiempos de crisis
La manipulación del conocimiento se produce cuando la censura previa se convierte en dogma.
Cinco años después, de aquella declaración inconstitucional de estado de alarma, la medicina se enfrenta a su propia sombra: una crisis de credibilidad sin precedentes. Los lesionados por vacunas han sido relegados al olvido, víctimas de los efectos adversos, y de un sistema que niega su existencia. La medicina, debe ser un faro de objetividad, pero ha sido secuestrada por el control de acceso en la ciencia (gatekeeping), ese mecanismo insidioso que filtra qué ideas pueden ver la luz y cuáles deben ser enterradas. En la práctica médica, esto ha significado la censura de estudios incómodos, la marginación de voces disidentes y el silenciamiento de toda evidencia que desafíe el relato dominante. Así es como tambien el conocimiento ha dejado de ser un bien colectivo para convertirse en un monopolio regido por intereses ajenos a la salud. La pregunta es inevitable: ¿cómo es posible que se manipule al pueblo, hasta el punto en el que dudar de acuerdo a la razón crítica sea un acto de rebeldía y exigir transparencia casi un delito? De ciudadanos ejemplares a invisibles, los damnificados por las vacunas en nuestras consultas médicas nos recuerdan que la verdad no desaparece cuando se prohíbe hablar de ella. Solo espera, “paciente”, a que el pueblo abra los ojos para ser reivindicada.
La era de la covid está marcada por momentos de ruptura, en puntos donde la verdad se convierte en un campo de batalla con la ruptura de espacios en medicina, que lejos de ser un refugio de certezas, se convierte en un espacio político. En el quinto aniversario de la declaración del estado de alarma debido a la covid, no basta con recordar; es esencial una revisión crítica de lo sucedido y, sobre todo, de lo que nos dijeron que estaba sucediendo.

Para quienes comienzan a descubrir los hechos desde el principio, esta fecha no solo debería ser una lección de epidemiología, sino una advertencia sobre los dilemas éticos y científicos que surgen cuando la política y el poder económico dictan las normas de la salud pública.
La era de la COVID no solo ha sido un desafío para la medicina; ha sido sobre todo una crisis en la teoría de los fundamentos y métodos del conocimiento científico: ¿Qué es el conocimiento médico cuando se censuran las hipótesis alternativas? ¿Cómo podemos confiar en instituciones que ignoraron el debate científico en favor de dogmas promovidos por gigantes farmacéuticas y organizaciones internacionales? La ciencia, en esencia, es una conversación continua, no un catecismo impuesto desde los gobiernos o las corporaciones.
Los confinamientos masivos: un experimento sociopolítico más que una medida sanitaria
La implementación de confinamientos generalizados; una estrategia sin precedentes en la historia de la medicina contemporánea, se presentó como una solución incuestionable. No importó que prestigiosos epidemiólogos, como el Dr. Jay Bhattacharya, profesor de medicina pública en la Universidad de Stanford, o la Dra. Sunetra Gupta, de Oxford, advirtieran que tales medidas podrían causar más daño que beneficio. No importó que expertos independientes (en mi caso, desde el 14 de marzo de 2020) insistieran en la necesidad de una protección específica que protegiera a los vulnerables sin condenar a la población a la asfixia económica, psicológica y social.
El mundo aceptó sin resistencia que el confinamiento prolongado era la única alternativa. Cualquiera que se atreviera a cuestionarlo era tachado de "negacionista", en una inversión aberrante del método científico, donde la duda dejaba de ser una virtud para convertirse en un cuasi delito. Médicos por la Verdad y otros grupos profesionales intentaron advertir sobre los efectos secundarios: el aumento de las enfermedades mentales, el colapso de los diagnósticos y tratamientos para afecciones graves, la ruina de millones de personas. Pero nuestras voces fueron acalladas una y otra vez en favor de una narrativa monolítica, hábilmente reforzada por los medios de comunicación y las redes sociales.
Un estudiante de medicina debe aprender, desde el primer día, que el conocimiento médico es dinámico, que lo que hoy se considera dogma puede ser refutado mañana por nuevos descubrimientos. Sin embargo, la era de la COVID convirtió la ciencia en un instrumento de control.
El discurso sanitario se blindó contra las críticas: quienes nos atrevimos a hablar de la inmunidad natural, la eficacia de los tratamientos alternativos o el riesgo exagerado fuimos rápidamente silenciados. En el audio que se viralizó el 15 de marzo de 2020, cuando nadie se atrevió a alzar la voz, yo mismo advertí que las estrategias de control social basadas en el miedo y la coerción violaban principios básicos de la ética médica. Mis objeciones fueron ridiculizadas sin argumentos, como si la mera discusión representara una amenaza intolerable.
Así, la medicina, que entre otras cosas debería ser el arte de curar, consolar y prevenir, se convirtió en un instrumento de segregación: pasaportes sanitarios, restricciones de movilidad, coerción para vacunar. Se impuso el dogma de que no había alternativas, cuando en realidad sí las había.
El silencio sobre las lesiones por vacuna
La memoria es selectiva. Cinco años después del estado de emergencia, la sociedad ha comenzado a olvidar lo que no encaja en la narrativa oficial. Entre los escombros de una crisis que transformó nuestras vidas, hay víctimas silenciadas, relegadas a la sombra de un discurso que solo admite triunfos, nunca fracasos. Hablamos de quienes sufrieron y siguen sufriendo efectos adversos tras la administración masiva de las llamadas "vacunas" contra la covid. Hablamos de aquellos a quienes el sistema sanitario, que juró protegerlos, les ha dado la espalda.
La medicina, ciencia de certezas progresivas, no puede ser una serie de dogmas inquebrantables, y mucho menos ante nuevas enfermedades, sobre las que algunos se erigieron como expertos en los platós de televisión. Cuando en realidad, se trataba de una nueva enfermedad con síntomas similares en principio a otras, pero que podía degenerar en coágulos de sangre, dolor insoportable o diversas afecciones mortales. Sin embargo, cuando la prisa prevalece en diversas políticas, combinada con cálculos corporativos, las dudas se censuran y los daños colaterales se convierten en tabú. Las reacciones adversas a las vacunas, que deberían ser objeto de un análisis minucioso, se han minimizado, negado y, en muchos casos, ridiculizado. Para los afectados, es una lucha contra la enfermedad y contra un sistema que se niega a reconocerlos.
Gaslighting (luz de gas) médico: cuando el paciente es el enemigo
En los últimos años, una perversión de la práctica médica se ha vuelto demasiado común: la manipulación psicológica en la atención médica. Es un término que deberíamos enseñar desde el primer día en las facultades de medicina, ya que representa una de las mayores traiciones a la ética profesional.
La manipulación psicológica ocurre cuando un paciente, ante síntomas reales, es ignorado por su propio médico, quien insinúa o afirma abiertamente que su sufrimiento es imaginario, exagerado o el resultado de un trastorno psicológico. Para quienes han sufrido lesiones post vacunas, esto ha sido una constante. Han pasado de ser ciudadanos obedientes que hacían lo que hacían, convencidos de que hacían "lo correcto", a ser ignorados, desacreditados e incluso tratados con hostilidad por el mismo sistema que les aseguró que todo estaría bien.
¿Qué significa esto para la relación médico-paciente? ¿En qué momento el principio de "primun non nocere" (primero, no hacer daño) se transformó en "si duele, mejor no lo menciones"?
Velocidad sin precedentes, consecuencias ignoradas
Las llamadas vacunas covid se desarrollaron y aprobaron en tiempo récord. Mientras que cualquier otra vacuna requiere una década de rigurosos ensayos clínicos, estos productos se inyectaron a miles de millones de personas en cuestión de meses. Se presentaron como "seguras y eficaces" con una certeza que no se sustentaba en datos sólidos, sino en una confianza ciega nunca antes requerida para ningún otro fármaco.
Los problemas de dosificación, la falta de estudios de seguridad a largo plazo, la falta de estudios sobre carcinogénesis o genotoxicidad, y la falta de transparencia en la publicación de datos suscitaron preocupaciones legítimas. Pero en lugar de responder con ciencia, las autoridades respondieron con censura.
La propaganda sustituyó al debate científico. La presión social y gubernamental prevaleció sobre el consentimiento informado. Se utilizaron tácticas de miedo, exclusión y manipulación para obligar a la población a vacunarse, mientras que los informes de efectos adversos se calificaron de "desinformación".
La medicina que necesitamos: verdad y responsabilidad
La medicina no puede ser una máquina de propaganda. No puede haber una "verdad oficial" dictada por intereses ajenos a la ciencia y al bienestar del paciente. La transparencia y la rendición de cuentas no son opcionales, sino pilares fundamentales de la confianza en la salud pública.
Hoy, Médicos por la Verdad y otros profesionales que se han negado a guardar silencio siguen luchando por el reconocimiento de las personas afectadas por las vacunas. Lo hacemos contra viento y marea, enfrentándonos a la difamación, la persecución y a un sistema que preferiría que desapareciéramos.
Pero la verdad persiste. Tarde o temprano, las voces de los afectados serán escuchadas, porque la medicina no se basa en el olvido, sino en la memoria y la capacidad de corregir errores. Y en ese futuro, cuando las cortinas de humo se disipen, surgirá inevitablemente la pregunta: ¿por qué se tarda tanto en escuchar?
El control de acceso en la ciencia (Gatekeeping) en la ciencia: el filtro del poder y la verdad que incomoda
Si la medicina es una ciencia en constante evolución, ¿por qué algunas verdades se encuentran atrapadas en un limbo de censura y marginación? El concepto de control de acceso Gatekeeping ha adquirido un tono inquietante en el ámbito médico-científico. Se refiere al control que ejercen instituciones, editores de revistas científicas, organismos reguladores e incluso las redes sociales para decidir qué información merece ser publicada o discutida públicamente.
El control de acceso en medicina no es una cuestión de rigor metodológico ni de calidad de la investigación, como algunos intentan justificar, sino más bien una cuestión de poder. Durante la era de la covid, esta práctica se ha hecho más evidente que nunca: cualquier estudio, hipótesis o debate que se desvíe del discurso oficial es bloqueado, ridiculizado o ignorado. La posibilidad de cuestionar las estrategias sanitarias dominantes; Los confinamientos, las campañas de vacunación masiva y la negación de la inmunidad natural se han convertido en actos de rebelión, y a quienes los intentamos se nos tilda de «desinformadores» o «anticientíficos», cuando en realidad solo hacíamos lo que exige la verdadera ciencia: cuestionar, debatir y explorar alternativas.
El desafío de Marty Makary y la lucha contra la censura científica
Hoy, la comunidad médica esperamos la confirmación del Dr. Marty Makary como nuevo máximo responsable de la agencia reguladora de medicamentos y alimentos de Estados Unidos (FDA). Un puesto de enorme influencia en la salud pública global, dado que las decisiones de la FDA suelen marcar estándares internacionales y afectar la política sanitaria de otros países, incluida España o la propia Agencia Europea del Medicamento EMA. Un nombramiento que puede representar un giro en la forma en que se maneja la información en salud pública, puesto actúa como una figura de autoridad regulatoria, supervisando la aprobación de nuevos tratamientos, garantizando la seguridad de los fármacos en el mercado y estableciendo directrices que pueden impactar la industria farmacéutica a nivel mundial. En el contexto actual, un comisionado como Marty Makary, que defiende la transparencia y el debate científico abierto, representa un desafío a las prácticas de gatekeeping que han dominado la investigación médica en los últimos años. Makary ha sido una de las voces más críticas contra la censura en la medicina, denunciando cómo las ideas divergentes han siso sistemáticamente excluidas del debate durante la pandemia.
En respuesta a este fenómeno, Makary fundó la Journal of the Academy of Public Health (JAPH), una revista científica que busca restaurar el debate honesto en la investigación médica, permitiendo la publicación de estudios que, sin renunciar al rigor, desafíen las narrativas impuestas. Esta iniciativa es una resistencia directa contra el gatekeeping, que en los últimos años viene sofocando hallazgos y perspectivas que podrían haber cambiado el rumbo de la gestión de la crisis por covid.
La labor de Makary entra en sintonía con la experiencia de Médicos por la Verdad, que venimos desafiado constantemente estas barreras impuestas por la élite científica y farmacéutica. No por pura rebeldía, sino porque la medicina tiene una responsabilidad ética ineludible: explorar todas las posibilidades, reconocer los errores y, sobre todo, escuchar a quienes hayan sido silenciados. Un cambio en el liderazgo de la FDA puede, por lo tanto, redefinir el debate global sobre la seguridad de las vacunas, la transparencia en la aprobación de medicamentos y la integridad de la ciencia médica.
El Dr. Marty Makary superó una votación clave en el Comité de Salud, Educación, Trabajo y Pensiones (HELP) del Senado el jueves 13 de marzo de 2025. La votación resultó en 14 votos a favor y 9 en contra, allanando el camino para una votación en pleno del Senado sobre su nominación como comisionado de la FDA.
Este voto favorable en el comité es un paso importante en el proceso de confirmación de Makary, permitiéndole avanzar hacia la consideración final del pleno del Senado. De ser confirmado, Makary trabajará junto al Dr. Jay Bhattacharya, nominado para dirigir los Institutos Nacionales de Salud (NIH), para implementar la agenda del nuevo Director General de Salud Pública de EE. UU., el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr.
Durante su audiencia ante el comité, prometió realizar sus propias investigaciones si es confirmado. Para ser confirmado como comisionado de la FDA, el Dr. Marty Makary necesita una mayoría simple en el pleno del Senado. Dado que los republicanos actualmente tienen la mayoría en el Senado con 53 de los 100 escaños, es probable que Makary sea confirmado si la votación sigue las líneas del partido. Sin embargo, la votación en el pleno del Senado aún no se ha llevado a cabo.
La pregunta que queda es: ¿permitirá la comunidad científica un verdadero retorno al pluralismo o continuará manteniendo un monopolio de la información disfrazado de consenso? Si la medicina se rige por la censura, deja de ser ciencia y se convierte en dogma. Y la exposición de todos estos acontecimientos pasados y muchos de los que aún están presentes nos enseña que ningún dogma ha resistido jamás el peso de la verdad.
¿Ser ciencia o no serlo? ¿Dogma? Esa es la cuestión. La verdadera ciencia cuestiona, duda, evoluciona. El dogma, en cambio, impone, silencia y castiga la disidencia. Cuando la medicina deja de preguntar, deja de ser ciencia… y se convierte en una fe ciega; en imponer, callar y obedecer.
¿Ciencia o dogma? He ahí la cuestión.
Exhortamos a todas las personas de buena voluntad a apoyar difundiendo en defensa de los derechos fundamentales y la transparencia en la gestión sanitaria.
Para solicitar consulta con la Dra. Natalia Prego escribir al whatsapp personal *346929482 72. (consultas en Barcelona, Madrid, Pontevdra Vilagarcía o telemática).
Usted tambien ha cambiado , no en sentido negativo , ni mucho menos , pero esa lucha continua la ha perfilado , le ha creado aristas que la realidad / nueva realidad no puede pulir , le ha hecho mas sabia / experienciada ... animo , estoy con usted .
No se han buscado a los responsables, y no hay responsabilidades de quienes lo promocionaron y coaccionaron para lograrlo. Deberían estar en la cárcel, desproveerle de todas sus pertenencias y usarlas para paliar las consecuencias en la población afectada