Del Genoma a la Controversia: El Nuevo Director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas NIAID en el Ojo del Huracán
Ciencia al Límite del Riesgo: Taubenberger: Ganancia de Función y la Bioseguridad: ¿Quién Vigila al Vigilante?
Dra. Natalia Prego Cancelo [Suscríbete aquí para recibir artículos como este](https://nataliaprego.substack.com/subscribe)
El virólogo que resucitó la muerte: Jeffrey Taubenberger y su ascenso al poder científico
Un nombramiento entre ciencia y sospechas
En abril de 2025, Jeffrey K. Taubenberger asumió el cargo de director interino del prestigioso Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), tomando las riendas de una institución con un presupuesto de más de 6.600 millones de dólares. La agencia, clave para la investigación de enfermedades infecciosas y el desarrollo de vacunas, está ahora dirigida por un científico que ha estado en el centro de una de las controversias más acaloradas del siglo XXI: la investigación de la ganancia de función (GOF).
Taubenberger no es un nombre cualquiera; ha publicado más de 300 artículos y capítulos de libros y es ponente frecuente en congresos nacionales e internacionales. Es miembro electo de la Asociación de Médicos Estadounidenses y de la Academia Estadounidense de Microbiología. Es licenciado en Biología por la Universidad George Mason, y Doctor en Medicina por la Facultad de Medicina de Virginia de la Universidad Commonwealth de Virginia.
Es famoso —o infame, según a quien se le pregunte— por haber pirateado el código genético del virus de la gripe española de 1918, reconstruyéndolo pieza por pieza a partir de tejido congelado en permafrost y los cadáveres de las víctimas. Un hito en la biología molecular, pero también un experimento que muchos consideramos una peligrosa recreación de una catástrofe histórica.

¿Avance científico o experimento imprudente?
La ganancia de función, una técnica que modifica los virus para hacerlos más transmisibles o virulentos, ha sido defendida por Taubenberger como una herramienta indispensable para el avance de la medicina preventiva, especialmente en el desarrollo de vacunas. Sin embargo, para sus críticos, esta investigación roza la imprudencia científica.
La reconstrucción del virus de 1918 es, para muchos expertos, una amenaza artificial. La cepa original había desaparecido de la naturaleza. Si alguna vez reaparece, probablemente se deba a una fuga de laboratorio, no a la evolución natural. Aquí es donde surge la gran pregunta: ¿es justificable revivir un patógeno que mató a más de 50 millones de personas en nombre del conocimiento?
Ganancia de Función bajo fuego: Nueva regulación y creciente desconfianza
La controversia en torno a la Ganancia de Función (GOF) no es nueva, pero ha cobrado renovado impulso en 2025. El gobierno de Estados Unidos, ha impuesto fuertes restricciones a este tipo de investigación, prohibiendo el uso de fondos federales para experimentos que supongan el riesgo de crear "supervirus".
La medida llega en un momento en que la ciencia se encuentra bajo escrutinio público como nunca antes, impulsada en parte por el debate sin resolver sobre los orígenes de la COVID-19. La sospecha de que el virus pudiera haber surgido accidentalmente de un laboratorio en Wuhan ha agravado un panorama ya de por sí altamente polarizado.
Resulta profundamente contradictorio —y éticamente inquietante— que el gobierno de Estados Unidos haya emitido una orden ejecutiva para prohibir los experimentos de ganancia de función (GOF) por considerarlos peligrosos, mientras simultáneamente designa como director interino del NIAID a Jeffrey Taubenberger, uno de los científicos más asociados con este tipo de investigaciones.
La decisión plantea un dilema moral de gran calado: ¿cómo puede una nación declarar públicamente que ciertas prácticas científicas son demasiado arriesgadas para permitirse, y al mismo tiempo poner al mando de su principal instituto de enfermedades infecciosas a un defensor activo de esas mismas prácticas? Esta aparente incoherencia alimenta la desconfianza pública y cuestiona la integridad del sistema científico-gubernamental, sugiriendo que mientras se legisla prudencia hacia afuera, se promueve audacia hacia adentro. El doble discurso es políticamente problemático, y erosiona la legitimidad ética de quienes toman decisiones en nombre de la seguridad global.
Colaboraciones peligrosas y correos electrónicos perdidos
El pasado de Taubenberger no es neutral. Ha colaborado estrechamente con figuras controvertidas como David Morens, asesor científico del NIAID, actualmente investigado por presuntamente borrar correos electrónicos para evadir la Ley de Libertad de Información (FOIA). Una sombra de opacidad mancha una institución que debería ser sinónimo de transparencia. Otro nombre que aparece entre sus colaboradores es el del virólogo Eddie Holmes, coautor del controvertido artículo "El origen próximo del SARS-CoV-2", que descartó inicialmente la posibilidad de un origen no natural del virus. Esta publicación, actualmente bajo revisión crítica, es un intento de moldear la narrativa científica desde las esferas de poder.
Voces críticas: ¿Ciencia para el bien común o arrogancia tecno científica?
Figuras tan diversas como Robert F. Kennedy Jr., Secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos y el Doctor epidemiólogo Jay Bhattacharya profesor de medicina de Stanford y ahora Director del Instituto Nacional de Salud NIH De EE. UU., defensores de una visión más cautelosa de la ciencia biomédica, han dado la voz de alarma. Ambos coinciden en que la investigación sobre el bien común no ha demostrado un beneficio tangible para la sociedad, pero sí ha demostrado su potencial destructivo.
Sus argumentos se basan en principios éticos básicos: si la investigación puede causar una pandemia mundial con una fuga, ¿realmente vale la pena el riesgo? Esta pregunta se vuelve más apremiante si consideramos que muchos experimentos se han realizado en laboratorios con protocolos de bioseguridad cuestionables, incluso en países con regímenes autoritarios.
Un rumbo incierto para la ciencia pública
El ascenso de Taubenberger llega en uno de los momentos más tensos de la historia reciente de la ciencia pública. El NIAID, símbolo de la lucha contra las enfermedades infecciosas, está ahora dirigido por alguien que representa la línea más temeraria— de la investigación en virología.
Su llegada redefine el futuro de la agencia, y también plantea preguntas fundamentales sobre los límites de la ciencia, la bioética y la transparencia. ¿Puede una sociedad democrática permitir que un pequeño grupo de científicos manipule patógenos con potencial pandémico sin una supervisión rigurosa? ¿Dónde termina la curiosidad científica y dónde empieza la irresponsabilidad?
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Esto demuestra que la estupidez junto con la corrupción ha contaminado hasta niveles inesperados, normalizando lo aberrante. Hay que ser cauto y firme para erradicarlo.
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