El caso del Dr. Kirk Moore de una posible condena de 35 años a la libertad total: La reivindicación del consentimiento informado y la libertad médica.
Caso emblemático: la justicia da un giro en un claro mensaje contra la persecución médica.
Dra. Natalia Prego Cancelo. [Suscríbete aquí para recibir mis artículos]. (https://nataliaprego.substack.com/subscribe)
La decisión de la Fiscal General Pamela Bondi de desestimar todos los cargos contra el Dr. Kirk Moore marca un hito significativo en el debate global sobre la libertad médica, el consentimiento informado y la transparencia en los tratamientos relacionados con la era covid. Más allá de la controversia legal y mediática, este caso plantea cuestiones fundamentales sobre la ética médica, la responsabilidad profesional y el papel de la coerción institucional durante la campaña mundial de vacunación.
El Dr. Kirk Moore, cirujano plástico de Utah, fue acusado formalmente por un gran jurado federal de operar un supuesto esquema fraudulento de distribución de tarjetas de vacunación falsas durante la pandemia. La acusación alegaba que Moore y su equipo distribuyeron certificados de vacunación sin administrar la vacuna covid, administrando en su lugar solución salina. Los coacusados declararon que Moore les dio instrucciones para que entregaran tarjetas de vacunación a los pacientes sin vacunar.
Sin embargo, en una decisión contundente, la Fiscal General Bondi ordenó la desestimación inmediata de todos los cargos, señalando que las pruebas no respaldaban las acusaciones. Moore, visiblemente conmocionado, se declaró "completamente aturdido" y reafirmó que actuó de acuerdo con su ética médica y con pleno respeto a los deseos informados de sus pacientes.
Consentimiento informado: El corazón de la medicina ética
Uno de los aspectos más relevantes —y peligrosamente ignorados en muchos discursos públicos— es el principio del consentimiento informado. Esta piedra angular de la práctica médica establece que ningún procedimiento puede ser llevado a cabo sin que el paciente haya comprendido plenamente los riesgos, beneficios y alternativas de un tratamiento.
El Dr. Moore fue enfático: “No puedes tener consentimiento informado si no sabes lo que estás inyectando a las personas”. Esta afirmación revela un punto crítico de la narrativa pandémica: la ausencia de una transparencia real sobre el contenido, los efectos adversos y los datos de farmacovigilancia a largo plazo de las vacunas de ARNm autorizadas en situación de emergencia.
La documentación publicada por los propios fabricantes, incluyendo cláusulas en contratos gubernamentales con empresas farmacéuticas, reconoce que los efectos a largo plazo de estas vacunas eran desconocidos al momento de su despliegue masivo. Aun así, se promovieron campañas de vacunación sin precedentes, muchas veces acompañadas de coerción institucional, censura médica y políticas punitivas contra los profesionales que cuestionaban el discurso oficial.
Opinión médica justificada
Desde una perspectiva estrictamente médica y ética, lo que hizo el Dr. Moore no puede definirse como fraude. Sus acciones estuvieron motivadas por el deseo de proteger a sus pacientes del riesgo de una intervención médica que, en muchos casos, no deseaban o temían por razones válidas.
La defensa, liderada por la abogada Kathy Nester, dejó claro que no se destruyeron vacunas válidas, no se lucraron con decisiones médicas y no se impuso ningún tratamiento sin consentimiento. En sus propias palabras:
“Nuestros clientes respetaron las decisiones médicas personales de sus pacientes. Nunca recibieron dinero a cambio y no se destruyeron vacunas vigentes”.
Si esto constituye un delito, entonces todo el marco ético que sustenta la medicina moderna estaría en peligro. ¿Desde cuándo escuchar a los pacientes y respetar sus deseos se ha convertido en un acto punible?
La verdad sobre los contratos y los efectos a largo plazo
Los contratos firmados entre los gobiernos y las empresas farmacéuticas como Pfizer, Moderna y otras han sido objeto de controversia. En varios países, estos documentos incluían cláusulas que eximían a los fabricantes de cualquier responsabilidad legal por los efectos adversos. También se especificaba que los datos de seguridad postcomercialización continuarían recogiéndose durante años, evidenciando que la población fue, en efecto, parte de un experimento clínico a gran escala.
Además, los reportes del sistema VAERS (en EE.UU.) y de otros sistemas de farmacovigilancia han documentado miles de eventos adversos, incluyendo miocarditis, trombosis y problemas neurológicos, especialmente en personas jóvenes y sanas.
¿Es irracional que médicos como Moore y cientos de Médicos por la Verdad en todo el mundo decidieran tomar precauciones extraordinarias, particularmente cuando nuestros pacientes expresaban dudas legítimas? ¿No es precisamente esa la definición de un médico comprometido con el bienestar individual por encima de la obediencia institucional?
Recuperando la integridad médica en tiempos de presión
Este caso debe considerarse una victoria, no solo legal, sino también moral y ética. El Dr. Moore representa a miles de profesionales que resistimos imposiciones sin pruebas concluyentes y defendimos el principio de que la medicina no puede ni debe ejercerse con dogmas.
La presión ejercida sobre los médicos durante la pandemia no tuvo precedentes: protocolos inflexibles, censura profesional, amenazas de revocación de licencias y campañas de desprestigio mediático, de los que yo misma fui objeto. Muchos médicos, como Moore, decidimos priorizar la confianza con nuestros pacientes por encima del cumplimiento ciego de las directrices gubernamentales, que demasiado a menudo cambiaban sin una justificación científica clara.
La restauración de los principios
La desestimación de los cargos contra el Dr. Kirk Moore no debería cerrar este capítulo, sino abrir un nuevo debate sobre cómo se utilizó —y a menudo se explotó— la medicina durante la era covid.
Es urgente restaurar la confianza en la práctica médica, pero esto solo será posible si se reconocen los errores cometidos, se revaloriza a todos los niveles el consentimiento informado y se respeta el derecho de los pacientes a decidir sobre sus propios cuerpos, incluso en tiempos de crisis.
La medicina no es obediencia. Es juicio clínico, es compasión, es ciencia aplicada a la individualidad. El Dr. Moore no traicionó a la medicina: Médicos por la Verdad la honramos en su forma más esencial.
¿Cómo puede un paciente dar consentimiento informado real si quienes ejercían autoridad, censuraron toda información que no coincidiera con la narrativa oficial?
¿Por qué se considera un delito permitir que un paciente decida libremente no inyectarse un producto experimental, pero no se considera delito forzar ese producto sin informar sobre sus riesgos?
¿Dónde están los formularios de consentimiento informado que incluyeron los riesgos conocidos, los efectos adversos posibles y la falta de estudios a largo plazo, antes de cada inyección aplicada?
¿Alguno de aquellos inquisidores que denunciaban a Médicos disidentes de narrativas, durante la era covid puede explicar por qué la disidencia médica fue castigada, mientras que los errores catastróficos de las autoridades sanitarias no han tenido ninguna consecuencia legal?
¿Cómo justifican haber obligado o presionado a la población a inyectarse productos cuyos fabricantes fueron eximidos de toda responsabilidad legal por daños?
¿No representa un conflicto de interés evidente que las agencias reguladoras recibieran financiación directa o indirecta de los mismos fabricantes de las vacunas que evaluaban?
¿Quién rendirá cuentas por los médicos cuyas carreras fueron destruidas por ejercer según su conciencia y ética médica?
¿Tienen esos inquisidores, tanto de colegios de médicos, juntas médicas, funcionarios de justicia, o burócratas de alto nivel, el valor de enfrentar a los pacientes dañados por vacunas o políticas públicas erradas y explicarles por qué se silenciaron las voces de quienes podríamos haberlos protegido?
* Para solicitar consulta con la Dra. Natalia Prego en: Barcelona, Madrid, Vilagarcía, Pontevedra, o Telemática, al WhatsApp personal por “ESCRITO” al: +34 692 948 272
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Celebro leer esta prometedora noticia, apreciada Doctora Natalia. Pienso DIFUNDIRLA a todos mis contactos. En efecto, la ACTITUD de este médico fue HEROICA. Siempre que algún gladiador o gladiadora se enfrenta al enemigo, debe afrontar las HUMILLACIONES y GOLPES BAJOS del mismo con una actitud TEMERARIA, INMEDIATA, NO ALINEADA y VALIENTE. El Dr. Kirk nos REPRESENTA a millones de seres humanos que fuimos SECUESTRADOS, ATERRORIZADOS, ENCERRADOS, VIOLENTADOS y VIOLADOS por una serie de PSICÓPATAS y MAL NACIDOS que operaron en conjunto: POLÍTICOS, PERIODISTAS, EXPERTOS EN NADA, y PERSONAL SANITARIO. Estos COBARDES y PERVERSOS CONVALIDARON LA FARSEMIA de 2020 para instalar una INFECTADURA de proporciones dantescas en una humanidad TELECREYENTE que consume PRENSA BASTARDA. Gracias a Dios y a esos MÉDICOS POR LA VERDAD que nos abrieron los ojos a tiempo, muchos de nosotros y, a pesar del ULTRAJE al que fuimos sometidos por estos SÁTRAPAS que DISEÑARON el ABYECTO EXPERIMENTO de 2020, no caímos ni EN LA TRAMPA GENOCIDA ni en la ABYECTA GENUFLECCIÓN que pretendían. Mi homenaje perpetuo a todos los MÉDICOS POR LA VERDAD y a usted, ADMIRADA Doctora Natalia, por su GESTA perseverante para DESMONTAR la IMPOSTURA de estos DESALMADOS. ¡¡¡¡¡¡NI OLVIDO NI PERDÓN para esos SÁTRAPAS!!! Desde Mendoza, Argentina: un respetuoso saludo.