El fracaso de las regulaciones ante la biotecnología avanzada por riesgos genéticos ocultos. La posibilidad de integración en el genoma humano
Vacunas de ARNm con ADN Residual: Implicaciones Científicas y Morales.
Una nueva era de riesgos genéticos, ADN Encapsulado en Vacunas de ARNm; Un riesgo desconocido para el genoma humano.
En esta nueva era poscovid el análisis más urgente debe ser sobre lo que no se dice, aquello que se oculta bajo capas de tecnicismos y aprobaciones normativas.
Hay muchas cosas que pueden salir mal cuando inyectamos cantidades sin precedentes de ADN encapsulado en nanopartículas lipídicas (NPL). Un diseño ambicioso que además logra una hazaña biológica inesperada: atravesar la barrera hematoencefálica, infiltrándose en lugares del cuerpo que tradicionalmente habrían sido impenetrables para cualquier sustancia extraña.
Detrás del aparente éxito de estas innovaciones tecnológicas difundido por la propaganda hasta la saciedad, se esconden preocupaciones que no se abordan de forma clara y abierta, lo que levanta ampollas en determinados sectores científicos. Una realidad contemporánea que a menudo se minimiza en los debates públicos.
La presencia de elementos como el SV40 (Simian Virus 40), promotores virales que son conocidos por su capacidad de aumentar la transcripción genética en células de mamíferos. Las vacunas covid contienen el promotor SV40. Este promotor fue descubierto originalmente en 1960 por los científicos Ben Sweet y Maurice Hilleman. Este hallazgo ocurrió de manera inesperada mientras investigaban las vacunas contra la poliomielitis. Los investigadores detectaron que entre el 10-30% de las vacunas contra el poliovirus en Estados Unidos estaban contaminadas con SV40. El virus SV40 estaba presente en las células renales de monos que se empleaban en el proceso de fabricación de las vacunas contra la polio. Poco después del descubrimiento inicial, en 1962, Bernice Eddy profundizó en la investigación del SV40 y describió su función oncogénica. Eddy et al., demostraron que el virus podía inducir sarcomas y ependimomas en hámsteres inoculados con células de mono infectadas con SV40. Estos elementos se han utilizado en ingeniería genética para amplificar la expresión génica en diversas aplicaciones biotecnológicas.
Después del descubrimiento de la contaminación con SV40 en las vacunas contra la polio, se tomaron varias medidas importantes:
Cambiar las fuentes de células de riñón de mono utilizadas para producir las vacunas.
Implementar nuevas técnicas de purificación para eliminar el virus contaminante.
Se dejaron de usar células de riñón de monos rhesus, que eran una fuente importante de contaminación por SV40.
Estas medidas se instauraron para restaurar la confianza en la seguridad de las vacunas. Las vacunas de ARNm contra covid no contiene el virus completo del simio, pero sí contiene sus promotores SV40. En realidad se utilizan fracciones de una secuencia de SV40 en el material de partida (ADN plasmídico) usado para producir el ARNm de la vacuna, y la fabricante asegura que no contiene oncogenes.
¿Por qué los hallazgos de Kevin Mckernan no se revelaron adecuadamente en los mapas de plásmidos de las vacunas bivalentes de Pfizer? ¿Qué implicaciones tiene su uso en vacunas de distribución masiva?
Preocupa la posible integración del ARNm en el genoma humano y su persistencia en el organismo.
Las proteínas desplazadas por el sistema inmunitario podrían estar relacionadas con efectos adversos graves de la plataforma ARNm-LNP, como miocarditis y respuestas inflamatorias en varios órganos, así nos lo advertía el Doctor en biología molecular y especialista en oncología genetista Philip Buckhaulst en su declaración ante el senado de Carolina del Sur, donde trabaja como profesor en la Universidad .
La exposición a las vacunas ARNm-LNP puede inducir un estado de semi-inmunodeficiencia, aumentando la incidencia de infecciones y la reactivación viral.
· Los estudios realizados en ratones sugieren que la exposición al ARNm-LNP puede inhibir las respuestas inmunitarias adaptativas y alterar la inmunidad innata.
· La plataforma ARNm-LNP puede causar inflamación crónica, afectando a la respuesta del sistema inmunitario y aumentando la susceptibilidad a las infecciones.
· Las exposiciones repetidas al ARNm-LNP pueden estimular las células T de forma no secuencial, afectando negativamente a la respuesta inmunitaria adaptativa.
· El ARN inverso del SARS-CoV-2 puede integrarse en el genoma de células humanas cultivadas. (Vacunas, ARNm-LNP: ¿lo bueno, lo malo y lo feo? https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2024.1336906/full
Aunque los organismos reguladores y los fabricantes afirman que estas impurezas no son motivo de preocupación, la falta de transparencia en torno a la inclusión de elementos SV40 y la cantidad de ADN residual en las vacunas crea un vacío de confianza.
No se puede ignorar que el ARN y el ADN que persisten en estos productos farmacéuticos pueden tener efectos biológicos imprevisibles. Una buena parte de a comunidad científica independiente seguimos debatiendo los riesgos potenciales de la integración de este ADN residual en las células humanas y las posibles implicaciones de seguridad a largo plazo. (https://www.americanpharmaceuticalreview.com/Featured-Articles/609921-Analytical-Considerations-for-mRNA-based-Therapies/)
Los hallazgos actuales comportan la necesidad urgente de una revisión exhaustiva de los procesos de fabricación de estas vacunas y de una divulgación completa de los ingredientes y las posibles impurezas.
Las agencias reguladoras deben rendir cuentas de los criterios que utilizan para aprobar estos productos. La ciencia no debe ser un campo de secretismo; la seguridad y la confianza del público dependen de la apertura y la honestidad.
Uno de los principales riesgos del ADN residual es la posibilidad de que se integre en el genoma humano, esta posibilidad no puede descartarse por completo. La integración de ADN extraño podría desencadenar mutaciones no deseadas en las células receptoras, lo que a la larga podría contribuir al desarrollo de cánceres u otras enfermedades genéticas. En el caso del SV40, que históricamente se ha relacionado con ciertos tipos de cáncer en estudios de infecciones víricas en animales, persiste la preocupación sobre su papel en la oncogénesis, aunque las pruebas en humanos están siendo muy controvertidas.
Se sabe que el promotor del SV40 amplifica la transcripción génica, lo que significa que podría activar genes de forma incontrolada. En el contexto de una vacuna, donde se busca una respuesta inmunitaria eficiente y controlada, una activación excesiva o inapropiada puede tener consecuencias impredecibles. Esto podría conducir a una sobreestimulación del sistema inmunitario, aumentando el riesgo de enfermedades autoinmunes o de hiper-inflamación, en las que el organismo ataca a sus propias células de forma incontrolada.
Además del hallazgo de genes de resistencia a antibióticos en secuencias de plásmidos plantea un riesgo adicional. Estos genes podrían activarse o no de manera directa a través de las vacunas de ARNm, pero la presencia en el entorno celular aumenta el riesgo de transferencias horizontales de genes, cuando el material genético podría pasarse entre diferentes tipos de bacterias o células. Esto puede llevar a un aumento en la resistencia bacteriana, dificultando el tratamiento de infecciones en el futuro.
Otro riesgo es que el ADN residual persista en el cuerpo más tiempo del esperado. La mayoría de las vacunas que antes de 2021 contenían ADN residual, en cantidades inferiores a 10ng que eran las cantidades máximas permitidas) estaban diseñadas para ser degradadas rápidamente por el cuerpo una vez que cumplen su función. Sin embargo, en los actuales viales contra covid de ARNm, si estas secuencias de ADN persisten en el organismo, podrían seguir interfiriendo con la maquinaria celular o incluso inducir respuestas inmunológicas crónicas. Esto podría traducirse en una inflamación prolongada o en la aparición de reacciones adversas a largo plazo que aún no han sido completamente estudiadas (https://www.americanpharmaceuticalreview.com/Featured-Articles/609921-Analytical-Considerations-for-mRNA-based-Therapies/).
Uno de los principales riesgos del ADN residual es la posibilidad de que se integre en el genoma humano. Es raro que el ADN de las vacunas de ARNm se inserte directamente en el ADN humano, pero esta posibilidad no puede descartarse por completo. La integración de ADN extraño podría desencadenar mutaciones no deseadas en las células receptoras, lo que a la larga podría contribuir al desarrollo de cánceres u otras enfermedades genéticas. En el caso del SV40, que históricamente se ha relacionado con ciertos tipos de cáncer en estudios de infecciones víricas en animales, sigue preocupando su papel en la oncogénesis, aunque las pruebas en humanos son controvertidas.
Se sabe que el promotor del SV40 amplifica la transcripción genética, lo que significa que podría activar genes de forma incontrolada. En el contexto de una vacuna, donde se busca una respuesta inmunitaria eficaz y controlada, una activación excesiva o inadecuada podría tener consecuencias imprevisibles. Esto podría conducir a una sobreestimulación del sistema inmunitario, aumentando el riesgo de enfermedades autoinmunes o de hiperinflamación, en las que el organismo ataca a sus propias células de forma incontrolada.
Un aspecto clave a tener en cuenta es la falta de conocimientos sobre los efectos a largo plazo de estas innovaciones. Las vacunas de ARNm son relativamente nuevas y no hay estudios que analicen en detalle las consecuencias a largo plazo de la presencia de ADN residual o elementos potenciadores como el SV40. Estas incertidumbres requieren estudios continuos que hagan un seguimiento de los individuos vacunados durante años para identificar cualquier efecto adverso tardío. (https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2024.1336906/full).
En un escenario en el que el ADN residual o el promotor SV40 puedan afectar a las células germinales (óvulos o espermatozoides), las alteraciones genéticas podrían transmitirse a las generaciones futuras. Por muy remoto que digan las agencias reguladoras, que pueda ser, cualquier riesgo relacionado con la transmisión genética intergeneracionales debe ser estrictamente vigilado en el desarrollo de nuevas terapias génicas o vacunas.
Los riesgos que persisten en torno a la presencia de SV40 y ADN residual en las vacunas de ARNm deben abordarse de forma transparente y con rigor científico. Las agencias reguladoras y los fabricantes deberían promover estudios independientes que evalúen estos riesgos a largo plazo para garantizar que las innovaciones biotecnológicas no comprometen la salud pública. Sin embargo, sus respuestas se basan en cuestiones de fe y no científicas, como por ejemplo; no creemos que afecte, pero no presentan ninguna prueba o estudio que respalde sus creencias. En última instancia, el principio de precaución debe prevalecer en cualquier debate sobre seguridad farmacéutica, especialmente cuando se trata de tecnologías tan recientes y perturbadoras.
Tradicionalmente, se consideraba improbable que las moléculas desnudas de ARN o ADN se integraran en el genoma humano. Sin embargo, la situación cambia radicalmente si tenemos en cuenta la forma en que estas moléculas se encapsulan en nanopartículas lipídicas y cómo interactúan con el cuerpo humano.
Las nanopartículas lipídicas LNP, utilizadas para proteger el ARNm y asegurar su entrega eficiente a las células, tienen características únicas que les permiten atravesar barreras biológicas difíciles, como la barrera hematoencefálica (BHE). Esto se debe a su diminuto tamaño y a su diseño especializado, lo que les otorga la capacidad de sortear mecanismos inmunológicos y penetrar tejidos que, de otro modo, estarían protegidos frente a invasores externos, como lo era cuando no estaba encapsulado, cuando rápidamente era destruido por el sistema inmunológico). https://www.americanpharmaceuticalreview.com/Featured-Articles/609921-Analytical-Considerations-for-mRNA-based-Therapies/.
Estos avances tecnológicos también presentan la capacidad de estas partículas para llegar a lugares del cuerpo humano antes inalcanzables. Esto plantea cuestiones legítimas sobre su potencial para afectar a células que normalmente no estarían expuestas a ADN o ARN extraños, como las células germinales (óvulos y espermatozoides), o incluso las células cerebrales, donde el ADN integrado podría tener efectos duraderos.
Entre ellos, un riesgo que se deriva de la posibilidad de que las LNP lleguen a las células germinales es la transmisión de material genético modificado a las generaciones futuras. Si el ADN o ARN introducido se integra en las células reproductoras, podría ser heredado por la descendencia, abriendo la puerta a la transmisión intergeneracional de alteraciones genéticas. Esta posibilidad es más real ahora que se sabe que las LNP son capaces de penetrar en el núcleo celular, donde reside el ADN humano, y podrían interactuar con el genoma. (https://www.americanpharmaceuticalreview.com/Featured-Articles/609921-Analytical-Considerations-for-mRNA-based-Therapies/).
La encapsulación de las LNP aumenta la estabilidad del material genético transportado, amplificando su potencial de persistencia en el organismo y, eventualmente, su interacción con el núcleo celular. Aunque se argumenta que las LNP están diseñadas para transportar ARNm y no ADN, los recientes hallazgos de ADN residual en productos de ARNm, que superan los límites permitidos anteriormente, suponen un riesgo adicional. Esta cantidad excesiva de ADN residual -que puede superar 100 veces los niveles permitidos cuando se trataba de ADN desnudo— plantea preguntas sobre su posible entrada en el núcleo y posterior integración. (https://www.frontiersin.org/journals/immunology/articles/10.3389/fimmu.2024.1336906/full)
Otro escenario que plantea cuestiones morales y científicas es la posibilidad de que, si el ADN residual contiene genes bacterianos, como los de Escherichia coli (que suele utilizarse en procesos biotecnológicos para producir material genético), estos genes podrían, en teoría, debido a su encapsulación y diminuto tamaño, integrarse en el genoma humano o expresarse dentro de células humanas. Esto podría conducir a la producción involuntaria de proteínas bacterianas o incluso a la replicación de secuencias genéticas bacterianas en el cuerpo humano, un fenómeno que sería completamente nuevo y sin precedentes en la biología humana. Por tanto, su impacto potencial es suficiente para justificar una investigación más profunda y rigurosa.
Como ya he mencionado, históricamente el ADN desnudo y su capacidad para integrarse en el núcleo celular debido a las barreras naturalesha era muy limitada . Sin embargo, la encapsulación en LNP cambia este panorama. No sólo aumenta la eficacia de la entrega, sino que también se facilita la entrada del material genético en el núcleo celular. Este cambio drástico en las propiedades del material genético transportado podría aumentar la probabilidad de integración en el genoma humano, un riesgo que, a las dosis actuales, es significativamente mayor que el que plantean las tecnologías anteriores.
Los efectos de estos cambios genéticos, si se producen, pueden no manifestarse inmediatamente. En muchos casos, los efectos de la integración genética o de la activación inadecuada de genes pueden tardar años o incluso generaciones en hacerse visibles. Esto añade una capa adicional de incertidumbre sobre las consecuencias a largo plazo del uso generalizado de estas tecnologías. La posibilidad de que el cuerpo humano, a través de las instrucciones genéticas introducidas, comience a producir proteínas bacterianas o incluso nuevos organismos bacterianos como la Escherichia coli supondría un cambio fundamental en nuestra biología, de consecuencias impredecibles.
Detrás de las ventajas que la propaganda propone para la encapsulación de ARNm y ADN residual en estas LNP, brilla una verdad; la posibilidad de integración genética en células humanas, incluidas las germinales. Una realidad que, aunque se menciona de forma casi condescendiente en las declaraciones de los organismos reguladores, rara vez se aborda con la seriedad que merece.
Imagina un escenario en el que estas partículas no sólo cumplan su función en los ganglios linfáticos, sino que, protegidas por su envoltura lipídica, consigan insertarse en tejidos y órganos no previstos. Datos recientes han revelado que el ARN y el ADN encapsulados pueden circular en la sangre durante más de 14 días, lo que multiplica las oportunidades de interacción genética.
Algunos estudios han detectado tanto el ARNm que codifica la proteína Spikehasta 60 días después de la segunda dosis de las vacunas BNT162b2 (Pfizer) y ARNm-1273 (Moderna) en humanos vacunados. Verbeke R, et al., en 2022 señalaron una persistencia superior a los 6 meses (más de 180 días) tras la segunda dosis de ARNm con 30 μg en los ganglios linfáticos con drenaje en humanos. (https://www.elsevier.es/es-revista-vacunas-72-avance-resumen-mecanismos-inmunitarios-innatos-adaptativos-vacunas-S1576988724000037)
La duración exacta de la producción de proteína Spike puede variar dependiendo de factores como la dosis de ARNm, la vía de administración, y el tipo de nanopartícula lipídica utilizada. estos resultados sugieren que la producción y presencia de la proteína Spike puede extenderse por varios meses después de la vacunación y esto es asó porque los estudios solo duraron esos 180 días, pero no sabemos cuánto tiempo mñas puede estar porduciendose..
Los residuos de ADN que se encuentran en las dosis de las vacunas bivalentes, en cantidades que superan en más de un 300% los límites establecidos cuando el ADN estaba desnudo. Y ahora, protegido por PNL, este material genético tiene una capacidad sin precedentes para eludir el sistema inmunitario y penetrar en las células, incluso en el núcleo, donde podría integrarse con el ADN humano (https://pubs.acs.org/doi/10.1021/acsnano.4c11652). La idea de que el cuerpo humano pudiera empezar a producir proteínas bacterianas, como las derivadas de Escherichia coli (utilizadas en la fabricación genética), bajo órdenes genéticas que no pertenecen a nuestra biología, sería el colmo de la ironía científica.
Este material genético extraño no sólo representa un peligro para las células somáticas, sino que también supone un riesgo para las células germinales, que son las encargadas de transmitir la información genética a las generaciones futuras. Existe la posibilidad de que el ADN residual, encapsulado en nanopartículas lipídicas, penetre en estas células y se integre en el genoma humano; si las LNP consiguen atravesar la barrera entre las células reproductoras y el resto del organismo, podríamos estar ante el inicio de una transmisión genética de características no deseadas a las generaciones futuras. Es más plausible de lo que las narrativas optimistas de las empresas farmacéuticas y los reguladores quieren admitir, ya que lo consideran improbable por una especie de creencia basada en ningún hecho empírico, porque aparte delas palabras “no creemos que pueda afectar” no presentan ninguna prueba a favor de su creencia ni tampoco en contrario de esta posible integración
En medicina y en ciencia hemos aprendido todo progreso conlleva un riesgo, pero en este caso, el riesgo es paradójico: en la prisa por salvar vidas con tecnologías de vanguardia, podemos estar sembrando inadvertidamente las semillas de futuros desastres genéticos. A lo largo de la historia, los seres humanos han pagado un alto precio por su ignorancia o, peor aún, por su arrogancia disfrazada de progreso tecnológico. Desde el plomo en la gasolina hasta el DDT, las innovaciones científicas que parecían inofensivas o incluso beneficiosas acabaron revelando consecuencias catastróficas.
Ahora nos encontramos en una encrucijada similar con las vacunas de ARNm. La prisa por desarrollar estas tecnologías, sin estudios exhaustivos de sus efectos a largo plazo, evidencia la verdad; que en muchos momentos en la medicina en el entusiasmo científico eclipsó la cautela.
Quienes promueven estas tecnologías bajo el mantra de la salvación en realidad, no pueden predecir las consecuencias a largo plazo. Hay preguntas urgentes que siguen sin respuesta: ¿Qué pasa si estas partículas genéticas, diseñadas para eludir el sistema inmunológico, continúan evadiendo las defensas naturales del cuerpo más allá de lo previsto? ¿Qué pasaría si su capacidad de penetrar barreras biológicas cruciales, como la barrera hematoencefálica, desencadenara una cascada de efectos imprevistos en órganos delicados, o incluso en las células responsables de la reproducción humana?
Que el ser humano pueda, sin quererlo ni desearlo, empezar a producir proteínas o incluso bacterias como Escherichia coli debido a la manipulación genética introducida a través de estas tecnologías ya no parece un ejercicio de ciencia ficción, sino una realidad que da mucho que pensar y mucho que estudiar, por más que la comunidad científica y los reguladores crean que no pasará nada, porque eso son creencias. Por lo tanto debemos abordar de forma independiente estas cuestiones con la seriedad que merece, y los reguladores deben hacer lo mismo.
Puesto que, ahora los residuos de ADN están protegidos por las LNP, este material genético tiene una capacidad sin precedentes para burlar el sistema inmunitario y penetrar en las células, incluso en el núcleo, donde podría integrarse con el ADN humano. La sola idea de que el cuerpo humano pudiera empezar a producir proteínas bacterianas, como las derivadas de Escherichia coli (utilizadas en la fabricación genética), bajo órdenes genéticas que no pertenecen a nuestra biología, sería el colmo de la ironía científica.
El peligro no reside simplemente en una alteración genética en un individuo; el verdadero rechazo se produce cuando consideramos que estas modificaciones podrían heredarse, generando cambios en la línea germinal humana que se transmitirían a hijos, nietos y generaciones futuras. Porque hemos aprendido a desconfiar de las certezas de quienes se benefician de minimizar los riesgos. Si algo nos ha enseñado históricamente la ciencia es que lo improbablemuchas veces se ha convertido en posible cuando se han ignorado las señales de alarma.
Las consecuencias de tal acontecimiento serían inescrutables. Hasta la fecha, la ciencia ha partido del supuesto de que los efectos de las vacunas de ARNm son transitorios; que una vez completada su función, el material genético se degrada sin dejar rastro. Sin embargo, a medida que han continuado las investigaciones independientes, se ha demostrado que el ARN de estas vacunas puede permanecer en la sangre mucho más tiempo de lo previsto, multiplicando las oportunidades de interacción genética no deseada. Y, si este ARN o ADN residual llegara a integrarse en las células germinales, el resultado podría ser la transmisión de mutaciones no sólo a nivel somático, sino a través de generaciones.
La ciencia no es infalible; nunca lo ha sido. Las narrativas oficiales que minimizan estos riesgos, sugiriendo que los peligros son «remotos», se hacen eco de las mismas falacias que condujeron a errores históricos en el pasado. Pero a diferencia de esos errores del pasado, en los que el daño podía limitarse a la generación que los sufría, aquí las implicaciones podrían ser intergeneracionales. Las promesas de la biotecnología moderna pueden estar alimentando un fuego genético que, una vez encendido, será imposible de extinguir.
En lugar de rendirnos a la ingenuidad que afirma que todo avance es intrínsecamente bueno, debemos enfrentarnos a la cruda verdad: la tecnología, cuando no se maneja con la debida cautela, tiene el potencial de reescribir no sólo nuestras células, sino nuestra propia esencia como especie.
La encapsulación de material genético en LNP ha abierto la puerta a riesgos que la ciencia aún no comprende del todo. La posibilidad de que el material genético, especialmente el ADN residual, interactúe con el genoma humano y afecte a las generaciones futuras ya no parece tan remota, dado el aumento de la eficacia de entrega y la capacidad de estas partículas para eludir las defensas biológicas naturales. Es esencial que se realicen más estudios a largo plazo para investigar estos riesgos y garantizar que los avances de la medicina no comprometan la integridad genética de la humanidad en el futuro.
REFERENCIAS
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