El regreso del sarampión: ¿epidemia real o campaña de miedo mediática?
Cada vez que aparece un caso de Sarampión los medios lo convierten en un apocalipsis
Cuando las televisiones y los medios repiten sin descanso el mismo mensaje, es momento de mirar más allá del mensaje. En las últimas semanas, estamos viendo una oleada de titulares alarmistas que hablan de un “rebrote de sarampión”, acompañado por los ya familiares rostros de “expertos” tertulianos de estudio, con gráficas de colores y una carga emocional digna de una película de hecatombes. Pero leemos entre líneas, algo no encaja.
Tres muertes en veinte años.
Ese es el número. Tres muertes por sarampión en los Estados Unidos en dos décadas. Las tres en personas con condiciones médicas preexistentes. No lo digo yo, lo dice la evidencia clínica. Daisy Hildebrand, por ejemplo, no murió de sarampión, aunque así lo vendieron muchos medios. La niña había sido hospitalizada varias veces por infecciones recurrentes, mononucleosis persistente, y finalmente sucumbió a una infección bacteriana en los pulmones. El sarampión ya lo había superado, pero su muerte fue una parada en una larga cadena de enfermedades. Pero el titular decía “niña muere por sarampión”. Sin contexto. Sin rubor.
¿Dónde queda la verdad cuando los medios se convierten en portavoces de una narrativa única?
La fórmula del miedo funciona.
Es vieja. Es efectiva. Y se recicla con cada ciclo de noticias: identificar un enemigo invisible, generar histeria, ofrecer una solución rápida (spoiler: siempre implica una vacuna o medicamento patentado), y demonizar a quien ose dudar. ¿No suena familiar? Como si cuestionar fuera un pecado. Como si pensar por uno mismo fuera un acto de terrorismo intelectual.
La realidad epidemiológica es clara: en Estados Unidos, con una población de más de 330 millones de personas, se han reportado alrededor de 840 casos de sarampión este año. ¿Una crisis? No. ¿Un brote? Tal vez. ¿Una excusa para reactivar campañas de vacunación masiva sin espacio para el matiz o la elección informada? Definitivamente.
Europa no es el espejo que nos quieren vender.
“En Europa hay más de 127,000 casos”, dicen los medios, con la frente arrugada. Pero omiten el contexto: muchos están relacionadas con enfermedades subyacentes, condiciones preexistentes, falta de acceso a atención médica de calidad o infecciones secundarias. Comparar realidades sanitarias tan distintas sin aclarar las variables es, en el mejor de los casos, científicamente deshonesto. En el peor, propaganda pura.
La vacuna no es una armadura mágica.
Incluso los propios portavoces admiten que la inmunidad conferida por la vacuna “se desvanece”. No lo digo yo, lo dijo al final del vídeo en este caso Robert Kennedy Junior, Ministro de sanidad de Estados Unidos (véase el video). Robert F. Kennedy Jr., actual Secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), ha señalado que solo tres personas han muerto por sarampión en los últimos 20 años en EE. UU., lo cual es cierto si se consideran únicamente los casos confirmados directamente relacionados con la enfermedad. Esto implica que incluso los vacunados pueden contagiar o enfermar. ¿Entonces por qué la demonización constante a quienes digan que la efectividad decae? ¿Por qué no abrir el debate sobre inmunidad natural, sobre nutrición, sobre acceso a cuidados primarios?
Esto es una cruzada pro-verdad. #MédicosPorLaVerdad
Quienes alzamos la voz no lo hacemos por desinformar, sino por invitar al pensamiento crítico. Por devolver la salud al ámbito personal y no al empresarial. Por preguntar: ¿cuál es la verdadera razón detrás de estas campañas de propaganda? ¿Quién se beneficia del miedo?
No dejemos que nos vendan pánico envuelto en bata blanca.
El sarampión, como cualquier enfermedad, merece atención, prevención y una seria comprensión. Sin embargo, no debe ser utilizado como herramienta ideológica ni como un medio para generar alarmismo o clics mediáticos. La solución radica en equilibrar el respeto por los derechos individuales con políticas basadas en evidencia científica. Tampoco merecemos que se pisoteen derechos individuales en nombre de un bien común dictado por los que más lucran con la enfermedad. Los médicos especialistas generamos confianza y damos soluciones. Los medios promueven miedo.
Como ciudadanos, como padres, como seres humanos libres, como médicos tenemos el derecho y la obligación de cuestionar, sobre todo a los medios. Porque cuando la verdad se convierte en sacrilegio, la salud deja de ser un derecho y se transforma en un negocio.
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Gracias por permitirme el acceso a estos conocimientos
Muy cierto todo, Doctora Natalia. Como ya fuimos TESTEADOS en 2020 para sacar una ÚNICA LECTURA ( que somos TELECREYENTES y DEVORADORES DE LA PRENSA BASTARDA) ahora CONTINÚAN con su TERRORISMO SANITARIO porque el mismo es REDITUABLE. Miremos hacia el pasado y los niños contraían el sarampión, desarrollaban durante unas semanas la erupción y luego sanaban. No moría ninguno. Es más: se contagiaban hermanitos y primos y nadie moría. Pero ahora SOBREDIMENSIONAN los efectos de esta enfermedad eruptiva para ALINEAR a los padres frente a los vacunatorios con el vil OBJETIVO de COMPLACER a los laboratorios y farmacias que distribuyen esta inoculación INNECESARIA. Desde Mendoza, Argentina: gracias por seguir difundiendo lo que ELLOS, los EXPERTOS EN NADA, no nos dicen.