La Desinformación y la Censura: El Peligro de la "Verdad Oficial"
Digital Services Act/Ley de Servicios Digitales / Una Cortina de Humo que Puede Ocultar la Corrupción. (Parte 1)
Parte 1
En la era digital, los gobiernos en todo el mundo desean controlar la narrativa informativa, imponiendo su versión de la "verdad oficial". En esta búsqueda, cualquier voz disidente es etiquetada como "desinformación". Los fact checkers son los encargados de proteger la verdad oficial, marcando como falsa cualquier información que se oponga a ella. Las pruebas que ofrecen los fact checkers son las afirmaciones de funcionarios, médicos o científicos subvencionados o becados, que de no pronunciarse en el mismo sentido que la Verdad Oficial, perderían sus subvenciones, sus becas o sus trabajos. Este enfoque ha dado lugar a una caza de brujas internacional, donde casos como el Watergate, Irán-Contra, el caso Tuskegeen y otros, que en su momento destaparon verdades incómodas, hoy serían rápidamente desestimados por unos y otros como desinformación. Exploraremos este peligroso camino mientras analizamos ejemplos de casos que podrían haber sido censurados si hubieran ocurrido en la actualidad.
La "Verdad Oficial" y la Caza de Brujas
En la búsqueda de controlar la narrativa, Organizaciones Internacionales, sus países socios y gobiernos buscan imponer una versión de la verdad que se alinee con sus intereses y agendas. Los fact-checkers, en teoría, deben verificar la información y señalar la desinformación. Sin embargo, esta poderosa herramienta, de acuerdo a la Digital Services Act, al estar al servicio de la narrativa oficial también tiene la misión de poder ser utilizada para sofocar la disidencia y proteger los intereses gubernamentales.
Watergate (1972-1974)
El escándalo Watergate, que destapó una serie de actos ilegales y encubrimientos por parte del gobierno de Estados Unidos bajo la administración Nixon, fue posible gracias al periodismo de investigación valiente. En la actualidad, si este escándalo hubiera surgido, los fact-checkers hubieran sido utilizados para desacreditar las afirmaciones iniciales, etiquetándolas como "desinformación" gubernamental. El resultado podría haber sido la protección de Nixon y la falta de rendición de cuentas.
La Ambigüedad de la Desinformación
Un problema clave en la lucha contra la desinformación es la falta de una definición clara y universalmente aceptada de lo que constituye la desinformación en el REGLAMENTO (UE) 2022/2065 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO de 19 de octubre de 2022. Relativo a un mercado único de servicios digitales y por el que se modifica la Directiva 2000/31/CE (Reglamento de Servicios Digitales).
Lo que algunos ven como información legítima, otros lo ven como desinformación. Esta ambigüedad conlleva la censura información legítima.
Como médico voy a centrar ahora el tema en un caso Histórico de Salud.
El Caso Tuskegee (1932-1972) y su Vigencia Hoy en Día
La Desinformación y la Cortina de Humo
Durante 40 años, el gobierno de Estados Unidos llevó a cabo el infame Estudio de Sífilis de Tuskegee, donde 600 hombres afroamericanos fueron engañados y no tratados adecuadamente para la sífilis. Si este caso se presentara hoy, las afirmaciones iniciales de desinformación por parte de las víctimas podrían haber sido ignoradas, ya que el gobierno podría haber influenciado a los fact-checkers para respaldar su versión de los hechos.
La historia está llena de episodios oscuros que a menudo permanecen ocultos bajo una fina capa de desinformación y secretismo. Uno de esos capítulos lamentables es el Experimento Tuskegee, una dolorosa muestra de corrupción y abuso de poder que involucró al Departamento de Salud de los Estados Unidos, el Servicio de Salud Pública (PHS), la National Medical Association y, de manera indirecta, la Organización Mundial de la Salud (OMS). Este infame experimento, que tuvo lugar durante décadas, plantea preguntas profundas sobre cómo la información oficial puede usarse para tapar la corrupción y censurar la verdad bajo la etiqueta de desinformación. Más alarmante aún, ilustra cómo esta táctica puede utilizarse como una cortina de humo para ocultar la corrupción en diversos contextos, ya sea político o relacionado con organizaciones de salud financiadas por el sector privado.
Un Vistazo a Tuskegee: Corrupción Médica en su Máxima Expresión
El Experimento Tuskegee comenzó como una iniciativa de observación médica supuestamente destinada a comprender los efectos no tratados de la sífilis en pacientes afroamericanos en Macon County, Alabama. El equipo del estudio estaba compuesto por médicos y personal médico del Servicio de Salud Pública de los Estados Unidos, y su líder, el Dr. Taliaferro Clark, tenía la intención inicial de observar a los sujetos con sífilis no tratados durante 6 u 8 meses antes de comenzar el tratamiento. Sin embargo, pronto se convirtió en un estudio observacional a largo plazo del “no tratamiento”, una aberración ética y médica que continuaría durante décadas.
La participación de médicos afroamericanos como el Dr. Eugene Dibble y el Dr. Kario Von Pereira-Bailey, así como el Dr. Oliver C. Wenger, fue fundamental en el desarrollo de los protocolos del estudio. Estos médicos reclutaron a sujetos mediante engaños y se convirtieron en cómplices voluntarios o no, de esta atroz violación de los derechos humanos. El Dr. Raymond H. Vonderlehr sucedió a Pereira-Bailey y desarrolló los protocolos que hicieron del experimento una operación a largo plazo, incluso practicando punciones lumbares a los sujetos bajo el pretexto de un tratamiento especial gratuito.
A finales de la década de 1940, el panorama internacional había experimentado transformaciones significativas, en gran parte debido a la revelación de los horrores de la experimentación nazi durante el Holocausto. Sin embargo, esta revelación no logró detener al doctor John Heller, quien ocupaba el cargo de director de la División de Enfermedades Venéreas del Servicio Público de Salud en ese momento. Años más tarde, Heller encontraría justificaciones para las acciones de quienes colaboraron en el experimento, argumentando que "los médicos y el personal civil simplemente estaban cumpliendo con sus deberes laborales".
La enfermera Eunice Rivers desempeñó un papel crucial al mantener el estudio en funcionamiento durante más de cuatro décadas. Su conocimiento personal de los sujetos facilitaba la continuidad del experimento.
El Experimento Tuskegee y la Corrupción Institucional
La verdadera tragedia de Tuskegee no radica solo en los horrores infligidos a los sujetos del estudio, sino también en la corrupción institucional que lo hizo posible. Aquí es donde la lucha contra la desinformación como cortina de humo entra en juego. Los CDC, una institución destinada a salvaguardar la salud pública, continuaron respaldando el estudio incluso después de que se demostrara su falta de justificación médica. Esto plantea preguntas sobre la integridad y la ética de una organización encargada de proteger la salud de la nación.
El Servicio Público de Salud (PHS), como entidad gubernamental, tenía la responsabilidad de garantizar los estándares éticos más altos en la investigación médica. Sin embargo, su participación en la continuación del estudio Tuskegee a pesar de las crecientes preocupaciones éticas, indica una tolerancia inaceptable hacia la explotación de los participantes en nombre de la ciencia.
La National Medical Association, que representa a médicos afroamericanos, respaldó sorprendentemente la continuación del estudio Tuskegee cuando la protesta pública comenzó a aumentar. Este respaldo plantea preguntas cuando se priorizaron los intereses políticos y del sector privado, financiando el sector salud, sobre la ética médica y la protección de los derechos de los pacientes.
Un Horror Silenciado
A finales de la década de 1940, el panorama internacional se había transformado, marcado por la revelación de la experimentación nazi durante el Holocausto. A pesar de este contexto de condena internacional a las atrocidades médicas, el doctor John Heller, quien ocupaba el cargo de director de la División de Enfermedades Venéreas del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, decidió continuar el experimento Tuskegee.
Este experimento, que comenzó en 1932, tenía como objetivo observar la progresión natural de la sífilis en hombres afroamericanos no tratados. Sin embargo, el Dr. Heller y otros involucrados se desviaron de la ética médica y la humanidad al negarles tratamiento a estos hombres, incluso después de que la penicilina se convirtiera en un tratamiento efectivo para la sífilis a finales de la década de 1940.
La Lucha Contra la Desinformación y la Corrupción
Como vemos en el caso Tuskegee, la desinformación también puede ser utilizada como una cortina de humo para encubrir la corrupción.
Es obvio que debería ser fundamental que los fact-checkers fueran imparciales y estuvieran comprometidos con la verdad, en lugar de servir a agendas políticas o comerciales.
El caso Tuskegee sigue siendo un recordatorio impactante de cómo la corrupción y la falta de ética pueden socavar la atención médica y la investigación médica. También ilustra cómo la desinformación puede utilizarse como una cortina de humo para ocultar la corrupción en diferentes contextos.
En un mundo donde la información es poder, es esencial que los ciudadanos estemos informados y seamos críticos con la información que consumimos. La ética médica y la integridad en la investigación médica deben ser prioridades inquebrantables.
La historia de Tuskegee nos recuerda que la verdad a menudo está oculta bajo una capa de desinformación por parte de científicos, investigadores corruptos, organizaciones encargadas de la salud y políticos al más alto nivel. Solo a través de la vigilancia constante, la transparencia y la búsqueda inquebrantable de la verdad podemos esperar erradicar la corrupción y garantizar que la salud y el bienestar de las personas sean siempre la máxima prioridad en la atención médica y la investigación médica.
La historia de la medicina está teñida de capítulos oscuros que a menudo se ocultan y bajo el velo de la desinformación se tacha quienes se atrevan a cuestionar, para permitir la opacidad de quienes desarrollan las normas y las leyes que permitan censurar y tratar como delincuentes a quienes se atrevan a informar de realidades de una forma diferente a la narrativa oficial o a cuestionarla.
Este experimento no puede entenderse sin examinar el contexto histórico y legal que lo rodeaba, en particular, la Ley de Henderson de 1943.
La Ley de Henderson y el Mandato de Tratamiento de la Sífilis
En 1943, el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de Henderson, una ley de salud pública que requería el tratamiento de la sífilis. Esta ley imponía la responsabilidad de financiar pruebas y tratamientos para enfermedades venéreas, incluida la sífilis, como parte de la atención médica pública.
Bajo esta ley, el Servicio de Salud Pública, la misma entidad a cargo del Experimento Tuskegee, estableció instalaciones en todo el país para proporcionar tratamientos con penicilina a las personas afectadas por la sífilis. En ese momento, los médicos, hospitales y centros de salud pública en todo Estados Unidos ya estaban tratando rutinariamente la sífilis con penicilina, lo que se había convertido en un tratamiento efectivo.
A día de hoy existiendo una Ley que obligaba a los centros a tratar la sífilis, si alguien se atreviera a denunciar que hubiera pacientes de sífilis sin tratar, los fact checkers dirían que es un bulo. Primero presentarían el hecho de que la Ley obligaba a los centros a tratar a los pacientes, después escogerían a un medico que tratara a esos pacientes de acuerdo a la Ley. Y con semejantes argumentos tacharían de desinformación y bulo a quien informara del caso. El contenido en consecuencia sería eliminado en primera instancia, incluso antes de que los fact checkers lo tacharan de bulo, por Youtube, ya que dicha información contradiría la información oficial conforme a la cual todo paciente con la enfermedad es tratado por ley. Y finalmente lo que podemos observar es un retroceso de más de 50 años en el tratamiento de la libertad de expresión y opinión en que únicamente beneficia a los corruptos y en plena democracia.
El Dr. John R. Heller y la Persistencia del Experimento Tuskegee
A pesar de la Ley de Henderson y la disponibilidad generalizada de tratamiento con penicilina, el Dr. John R. Heller continuó el Experimento Tuskegee durante muchos años más. Esto es particularmente perturbador, ya que su responsabilidad como director de la División de Enfermedades Venéreas del Servicio Público de Salud debería haberlo llevado a adherirse a los estándares éticos y médicos más altos.
El Dr. Heller mantuvo su papel en el experimento, impidiendo que las personas diagnosticadas con sífilis recibieran el tratamiento que merecían, a pesar de que la ley exigía claramente su atención médica.
Lamentables Capítulos en la Historia de la Salud Pública
La combinación del Experimento Tuskegee y la Ley de Henderson arrojan luz sobre la trágica realidad de cómo la corrupción y la falta de ética pueden prevalecer incluso en el ámbito de la salud pública. A pesar de las leyes y las normas éticas establecidas, el experimento continuó, causando un daño irreparable a las vidas de sus víctimas.
Todos los efectos negativos de la corrupción en el ámbito de la salud se proyectan de forma indefinida en el contexto de la Ley de Servicios Digitales Digital Services Act.
La Desinformación como Cortina de Humo
¿Cómo se relaciona el Experimento Tuskegee con la desinformación y la cortina de humo en la actualidad? El caso Tuskegee sirve como un recordatorio sombrío de cómo la información oficial puede utilizarse para tapar la corrupción. Si este experimento se llevara a cabo en la actualidad, es plausible que cualquier intento de cuestionarlo o informar sobre él sería inmediatamente tratado como desinformación y censurado.
Hoy en día, las organizaciones internacionales y los gobiernos pueden emplear una táctica de encubrimiento similar. La desinformación se combate a través de los llamados "fact-checkers", cuyo papel es reconocer únicamente la verdad oficial. En el campo de la medicina y la ciencia, se utilizan médicos y científicos subvencionados o becados que deben decir lo que dictan los gobiernos u organizaciones internacionales a las que sirven, bajo amenaza de perder sus empleos.
El Legado de Tuskegee y la Importancia de la Ética Médica
A medida que reflexionamos sobre el caso Tuskegee y su relevancia en el mundo actual, es fundamental recordar las lecciones que nos ofrece. La corrupción institucional puede socavar la ética médica y los derechos de los pacientes. La desinformación puede utilizarse como una cortina de humo para tapar la verdad y proteger intereses ocultos.
En un mundo donde la información fluye rápidamente y la censura es un tema candente, es esencial mantener una vigilancia constante sobre la ética y la integridad en la investigación médica y la atención de la salud. La historia de Tuskegee nos recuerda que la verdad a menudo está oculta bajo una maraña de desinformación y corrupción, y es nuestra responsabilidad como sociedad descubrir esa verdad y proteger los derechos fundamentales de todos los individuos.
En última instancia, el legado de Tuskegee debe servir como un llamado a la acción. Debemos estar alerta ante la posibilidad de que la desinformación se utilice como una cortina de humo para encubrir la corrupción en cualquier ámbito, ya sea político o médico. La verdad y la ética deben prevalecer sobre el poder y la corrupción, y solo a través de la vigilancia constante podemos lograrlo.
Esta es una denuncia contra la corrupción y un llamado a la reflexión sobre la importancia de la ética médica y la transparencia en la toma de decisiones políticas. En un mundo donde la información y la desinformación pueden difundirse con facilidad, es crucial que los ciudadanos estén informados sin censuras y seamos capaces de discernir la verdad de la falsedad.
La Corrupción en la Atención Médica: Un Problema Global
El caso Tuskegee no es un incidente aislado. La corrupción en la atención médica y la investigación médica ha existido en todo el mundo y a lo largo de la historia. Desde estudios clínicos manipulados hasta la influencia indebida de la industria farmacéutica en la toma de decisiones médicas, el abuso de poder y la falta de ética médica son problemas omnipresentes.
La influencia de las empresas privadas en las organizaciones de salud financiadas por el sector privado también es un problema que no puede pasarse por alto. A menudo, las decisiones médicas se ven influenciadas por intereses comerciales en lugar de priorizar la salud de los pacientes. Este conflicto de intereses puede llevar a la ocultación de información importante y al encubrimiento de prácticas corruptas.
El Rol de las Organizaciones Internacionales
El caso Tuskegee en el contexto de la lucha contra la desinformación y la corrupción en la atención médica y la investigación médica, nos recuerda que incluso entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS), pueden no ser inmunes a la corrupción y la falta de supervisión.
La falta de reevaluación de los protocolos del estudio Tuskegee de acuerdo con las nuevas normas éticas internacionales y la disponibilidad de tratamientos efectivos para la sífilis es un ejemplo de cómo incluso las organizaciones de renombre pueden no cumplir con su deber de proteger los derechos de los pacientes. Y la Digital Services Act en la lucha contra la desinformación puede hacer más daño que bien al intentar implantar la censura previa de contenidos que cuestionen narrativas oficiales. Las normas de la comunidad de Youtube eliminan contenidos que cuestionen las narrativas de Salud oficiales. Por ello he afirmado que a día de hoy el abuso de posición de dominio de empresas como alphabet, empresa matriz de google y Youtube, con sus normas de comunidad servirían para tapar la corrupción si se diera un caso como el experimento Tuskgee, teniendo en cuenta que la información oficial en temas de salud estaba a cargo tanto los CDC, Los centros nacionales de Salud o la asociación médica que apoyaban sin paliativos la continuación del experimento Tuskegee.
Este substack no solo es una reflexión sobre el pasado oscuro de Tuskegee, sino también una advertencia para el futuro. La lucha contra la desinformación y la corrupción es una responsabilidad que todos compartimos. Solo a través de un esfuerzo conjunto podemos garantizar que la verdad prevalezca sobre la falsedad y que la ética médica sea respetada en todo momento.
Este substack se basa en hechos históricos documentados y en la experiencia y conocimientos como medico experta en bioética en medicina comunitaria, gestión de salud pública y con todo respeto a las normas éticas y la integridad en la medicina y la salud.
Confío en dar el cuidado y la creatividad que buscas. Nunca habría sido posible crecer, ni tener este canal de substack, sin tu apoyo. Gracias por tu confianza.
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