La sombra del totalitarismo sanitario
De la teoría a la realidad: cómo las nuevas normas del RSI podrían convertirnos en prisioneros sanitarios
La locura detrás del protocolo RKI: ¿Estuvimos al borde de los campamentos de aislamiento en Alemania?
En medio del pánico y la confusión generalizados que desde sus inicios generaban las políticas de la era covid, en Alemania el Instituto Robert Koch (RKI) a finales de octubre de 2020, debatió la posibilidad de adoptar una medida extrema que parecía sacada directamente de los libros de texto más oscuros de la historia. En los protocolos del RKI, descubrimos que el equipo de crisis consideró seriamente la idea de enviar a todas las personas con una prueba de PCR positiva, (según el protocolo Drosten), a instalaciones de aislamiento, algo que en la práctica habría supuesto colocar a millones de ciudadanos en campos concentrados.
Resulta alarmante pensar cómo pudo contemplarse una propuesta tan excesivamente severa y opresiva en una nación que, después de la Segunda Guerra Mundial y en teoría hasta 2020, valoraba profundamente los derechos fundamentales. La justificación de esta idea es aún más inquietante. No se trata de una medida basada en la ciencia o en la necesidad urgente de proteger vidas, sino simplemente de responder al creciente "número de casos". Un número que, por cierto, se basaba en pruebas cuya fiabilidad y estandarización distaban mucho de ser ideales.
No olvidemos el contexto en el que se debatía esta propuesta. En aquella época, la mortalidad se mantenía por debajo de la media y la gripe, que normalmente causaba miles de muertes cada invierno, misteriosamente había desaparecido de las estadísticas. Las clínicas, aunque bajo presión, para que dieran la apariencia de sobresaturación, no estaban al borde del colapso. De hecho, el equipo de crisis era plenamente consciente de la escasez de personal y recursos, que hacía prácticamente imposible la puesta en marcha de estos campos de concentración. Afortunadamente, la realidad logística y la falta de infraestructuras adecuadas impidieron llevar a cabo esta medida.
Pero, ¿qué habría ocurrido de haber contado con los recursos necesarios? ¿Y si los campos de concentración no hubieran sido desmantelados en 1945? ¿Estaríamos hablando hoy de un capítulo más de abusos y violaciones de derechos en la historia? Resulta escalofriante pensar que fue la falta de personal y no un compromiso firme con los derechos humanos, lo que impidió que esta idea se materializara.
Lo más preocupante es que esta reflexión revela lo frágil que puede ser nuestra sociedad ante el miedo y la información oficial sesgada. Si una medida tan extrema ha podido discutirse abiertamente en un país como Alemania, con su historia de totalitarismo aún fresca en la memoria colectiva, ¿qué nos garantiza que no volverá a discutirse en futuras crisis?
Esta situación debería servirnos de advertencia. El mal puede surgir y desarrollarse rápidamente a partir de decisiones mal fundadas y basadas en datos poco fiables. Es imperativo que, ante futuras crisis, los derechos fundamentales no se conviertan en moneda de cambio. Por muy desconocido que sea aquello a lo que nos enfrentamos, la libertad y la dignidad humana deben prevalecer.
La Amenaza inminente: las enmiendas al reglamento sanitario internacional (RSI) y el riesgo de un nuevo totalitarismo sanitario
Cómo las nuevas normas, enmiendas al RSI, podrían convertirnos en prisioneros sanitarios
Lo que en 2020 era una propuesta radical y aterradora podría convertirse ahora en una realidad mundial. Las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI), aprobadas el 1 de junio de 2024, nos ponen a todos en una situación de peligro inminente. Estas enmiendas otorgan a la Organización Mundial de la Salud (OMS) un poder sin precedentes para imponer medidas crueles en nombre de la salud pública, incluidos cierres masivos y posibles hospitalizaciones de personas que den positivo, basándose en una simple declaración de emergencia sanitaria.
Estas nuevas disposiciones del RSI, si entran en vigor por el simple hecho de haber sido aprobadas por la OMS en la Asamblea Mundial de la Salud, podrían establecer un marco legal que permitiría, en cualquier país miembro, la aplicación de políticas de aislamiento forzoso y restricciones extremas de las libertades individuales. Un escenario que recuerda las sombrías discusiones que tuvieron lugar en el Instituto Robert Koch durante los primeros meses de la pandemia, pero ahora con una legitimidad internacional que podría vencer cualquier resistencia local o nacional. El artículo 61 del RSI, en relación con su artículo 59, establece los plazos para su rechazo desde que fueron aprobadas. A fecha de agosto de 2024, solo quedan 16 meses para recusar y rechazar formalmente estas enmiendas. Este plazo es crítico. Si no actuamos ahora, estas reformas podrían entrar en vigor, marcando el comienzo de una era en la que se tolere el sacrificio de los derechos fundamentales en nombre de la salud global.
Como ciudadanos conscientes y responsables, debemos hacer saber a nuestras autoridades nacionales e internacionales que no queremos que estas enmiendas se conviertan en normas legales. Debemos exigir a nuestros gobiernos que actúen de inmediato para rechazar e impugnar estas enmiendas, tal y como permite la normativa. Cada día que pasa sin actuar nos acerca más a la posibilidad de perder nuestras libertades.
La acción más concreta que nuestro representante debe tomar es enviar una carta al Director General de la OMS, notificándole nuestra firme oposición a estas enmiendas. Esta carta debe ser clara y contundente, dejando claro que no aceptaremos ninguna medida que amenace nuestros derechos humanos fundamentales. Si, transcurrido el plazo indicado, las enmiendas no han sido impugnadas, la normativa quedará sujeta a las disposiciones del RSI. No podemos permitir que la historia se repita, que los horrores del pasado se reproduzcan con un nuevo pretexto.
El tiempo se acaba y la apatía no es una opción. Defender nuestra libertad con dignidad es el único camino. Si no alzamos la voz ahora, corremos el riesgo de despertar en un mundo en el que los campos de concentración para "casos" PCR positivos ya no sean una mera discusión hipotética, sino una realidad tangible y aterradora. No dejemos que la historia nos juzgue por nuestra inacción. Actuemos ahora, mientras tengamos la oportunidad de hacerlo.
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Excelente reflexión y excelente EXHORTACIÓN. Desde 2020 hemos debido SOPORTAR un DELIRIO SANITARIO IMPERDONABLE. Debemos CONCIENTIZAR a nuestros hijos, nietos, amigos, vrecinos, etc para que los TELECREYENTES empiecen a DARSE CUENTA de la FARSA de la PANDEMIA COVID.