Nos dijeron que la vacunación masiva contra covid era la única salida, que sin ella, millones más habrían muerto. Se repitió hasta la saciedad en las noticias, en las campañas oficiales, en cada conversación donde alguien se atreviera a cuestionar la narrativa. Pero, ¿y si los datos reales contradicen esta afirmación?
Un estudio publicado en Quality in Primary Care revela algo que jamás escuchamos en los medios: las tasas de mortalidad entre los vacunados fueron superiores a las de los no vacunados en los periodos analizados. No se trata de teorías ni de especulación, sino de números fríos y verificables. Si las vacunas salvaron vidas, ¿por qué aumentaron las muertes por covid en los vacunados comparado con los no vacunados?
Este no es un artículo más. Es la información que nos negaron, los datos que debieron analizarse rigurosamente, pero que se descartaron por ser incómodos. Aquí encontrará las cifras, las preguntas y las conclusiones que todo pensador crítico merece conocer. Porque la verdad, aunque tarde, siempre sale a la luz.
Los datos del estudio provienen de fuentes oficiales. El estudio de Šorli, Makovec, Krevel y Gorjup publicado en Quality in Primary Care titulado: “Forgotten “Primum Non Nocere” and Increased Mortality after COVID-19 Vaccination” se basa en estadísticas oficiales de mortalidad y vacunación, principalmente de la Agencia de Seguridad Sanitaria del Reino Unido (UKHSA) y otros registros gubernamentales de salud.
Fuentes utilizadas en el estudio
UK Health Security Agency (UKHSA) – Informes semanales de vigilancia de la COVID-19, que contienen datos sobre infecciones, hospitalizaciones y muertes por estado de vacunación.
Eurostat – Datos oficiales sobre exceso de mortalidad en Europa.
VAERS, EMA y Yellow Card System – Sistemas de notificación de efectos adversos de las vacunas en EE.UU., la Unión Europea y el Reino Unido, respectivamente.
Our World in Data – Base de datos con información de vacunación y mortalidad a nivel global.
¿Qué hicieron los autores con estos datos?
Analizaron la mortalidad de personas vacunadas y no vacunadas infectadas con SARS-CoV-2 en distintos periodos de 2021 y 2022.
Compararon la tasa de mortalidad esperada con la observada en los vacunados, identificando una mortalidad un 14,5% mayor en este grupo.
Evaluaron correlaciones entre vacunación y exceso de mortalidad en múltiples países.
Contrastaron los datos con las afirmaciones oficiales sobre la eficacia de las vacunas.
El olvido del "Primum Non Nocere" y el aumento de la mortalidad: un debate silenciado
"Primum non nocere". Primero, no hacer daño. Este principio, pilar inamovible de la ética médica, parece haber sido olvidado en la vorágine de la era de la COVID. La promesa de la vacunación masiva contra la COVID se presentó como un acto de redención, la herramienta que devolvería al mundo a la normalidad que le había arrebatado. Sin embargo, bajo el velo de la retórica sobre seguridad y eficacia, datos fríos y objetivos sugieren una realidad menos idílica y más incómoda: la vacunación, lejos de ser la solución definitiva, podría estar creando un problema aún mayor.
En la prisa por inmunizar al mundo, se sacrificó el debate, se censuró la disidencia y cualquier voz que se atreviera a cuestionar la narrativa oficial fue vehementemente rechazada. Médicos, científicos y académicos con credenciales impecables —Dr. Jay Bhattacharya, Ryan Cole, Sucharit Bhakdi y grupos como la FLCCC, ahora conocida como la Alianza Médica Independiente (IMA), de la que soy embajador en España, o Médicos por la Verdad, fuimos tildados de "negacionistas", y nuestros argumentos fueron desterrados de los foros públicos como herejías modernas. Pero la ciencia no es un dogma, y las cifras, analizadas sin el filtro de intereses comerciales o políticos, revelan una historia inquietante.

La paradoja de la mortalidad en los vacunados
El propósito fundamental de cualquier programa de vacunación debería ser reducir la mortalidad y la gravedad de la enfermedad. Se nos dijo que las vacunas contra la COVID-19 salvarían millones de vidas. Sin embargo, al examinar los datos de mortalidad de diferentes períodos tras la vacunación masiva, surge una contradicción difícil de ignorar.El análisis de datos del Reino Unido revela que la tasa de mortalidad entre las personas vacunadas que contrajeron la covid es, en promedio, un 14,5 % mayor que la de sus pares no vacunados. Esta afirmación, respaldada por rigurosos cálculos estadísticos, plantea una pregunta fundamental: ¿cómo puede una intervención destinada a salvar vidas correlacionarse con un aumento de la mortalidad?
Los resultados muestran que, en varios períodos analizados, el número de muertes entre las personas completamente vacunadas superó sistemáticamente la proporción esperada en la población vacunada. En otras palabras, si la vacunación fuera inocua o beneficiosa, la mortalidad entre las personas vacunadas y no vacunadas debería mantenerse proporcionalmente igual o inferior en las primeras. Pero este no es el caso.
Esta observación no es una anomalía aislada. En varios países europeos, el exceso de mortalidad ha aumentado en paralelo con las campañas de vacunación. Alemania, Finlandia y Eslovenia han registrado aumentos dramáticos en las muertes por causas desconocidas, un fenómeno que coincide con la administración masiva de dosis de refuerzo.
El silencio de los guardianes de la salud
Las agencias de salud pública han sido guardianas celosas de la narrativa predominante. Los estudios que sugieren efectos adversos significativos de la vacunación se han minimizado o ignorado sistemáticamente. Se nos dice que las vacunas son "seguras y eficaces", sin reconocer la incertidumbre inherente a cualquier intervención médica de esta magnitud.
Los conflictos de intereses son frecuentes. Las compañías farmacéuticas, que financian gran parte de los ensayos clínicos, tienen claros incentivos para obtener resultados favorables. En este escenario, la independencia científica es un bien escaso. ¿Cuántos estudios han sido ignorados porque sus conclusiones no se alineaban con la narrativa oficial?
La falta de datos transparentes impide un verdadero análisis de riesgo-beneficio y del impacto de la vacunación masiva en otros indicadores de salud pública, como la tasa de enfermedades cardiovasculares y trastornos inmunológicos.
La oscuridad de los datos: Cuando quieren que la ciencia se convierta en dogma
Si la ciencia es el arte de la duda metódica, la gestión de la pandemia ha sido su antítesis. Las agencias reguladoras, que deberían haber servido como guardianas de la transparencia, se han convertido en instituciones opacas, reacias a publicar datos sin la autorización previa de sus patrocinadores: la industria farmacéutica.
El acceso a los datos brutos sobre la eficacia y seguridad de las vacunas se ha bloqueado sistemáticamente. En los ensayos clínicos previos a la aprobación, no se evaluaron exhaustivamente los efectos adversos a medio y largo plazo, a pesar de que tecnologías como el ARNm nunca se habían implementado a tal escala en humanos. La urgencia de la crisis sanitaria justificó, al menos en apariencia, el incumplimiento de los protocolos básicos de seguridad. Pero ¿a qué precio?
En el Reino Unido, por ejemplo, la Agencia de Seguridad Sanitaria ha dejado de proporcionar datos detallados de mortalidad de pacientes vacunados y no vacunados. El argumento oficial es que estas cifras podrían ser malinterpretadas por la opinión pública.. ¿Desde cuándo proteger a la población implica ocultar información vital?
Los sistemas de farmacovigilancia, como VAERS en EE.UU., el sistema de tarjetas amarillas en el Reino Unido y EudraVigilance en Europa, han reportado un número sin precedentes de efectos adversos. Trombosis, miocarditis, accidentes cerebrovasculares, trastornos autoinmunes y cánceres de aparición súbita han mostrado un inquietante aumento entre personas recientemente vacunadas.
Y sin embargo, cada intento de relacionar estos eventos con la vacunación ha sido descartado como "coincidencia".
La Epidemia de la Sobremortalidad
Los datos sobre el exceso de mortalidad en Europa y otras regiones muestran una tendencia alarmante. En países con altas tasas de vacunación, el exceso de muertes ha seguido aumentando incluso después de la fase más letal de la pandemia.
Alemania, por ejemplo, registró un aumento del 16% en el exceso de mortalidad en comparación con el promedio histórico en 2022, una cifra sin precedentes. Finlandia y Chipre, con tasas de vacunación superiores al 80%, también mostraron picos de mortalidad no explicados por la COVID-19.
El patrón es claro: a medida que avanzaba la vacunación, las tasas de mortalidad inesperadas aumentaron. Las explicaciones oficiales han variado desde lo absurdo hasta lo cínico: desde el "estrés pospandémico" hasta los "cambios en el estilo de vida". La posibilidad de que el aumento de muertes pudiera estar relacionado con los efectos adversos de las vacunas no se ha considerado ni por un momento.
El Colapso de la Ética Médica
El consentimiento informado es uno de los pilares de la medicina. Pero ¿puede considerarse "informado" el consentimiento obtenido bajo coerción y censura?
A lo largo de 2021 y 2022, millones de personas se vieron obligadas a vacunarse bajo la amenaza de perder su trabajo, su acceso a la educación o incluso su libertad de movimiento. Quienes exigieron más estudios fueron tachados de "antivacunas" y excluidos del debate.
El principio de precaución, fundamental en la ética médica, fue reemplazado por la aceptación ciega de una solución impuesta desde arriba. "Vacúnate o serás responsable de la muerte de los demás", nos dijeron. Se sembró una narrativa de culpa y miedo que dejó en segundo plano el análisis racional de los hechos.
Y mientras tanto, las compañías farmacéuticas han disfrutado de un escudo legal sin precedentes: los gobiernos han firmado contratos que las eximen de responsabilidad por cualquier daño causado por sus productos. La pregunta es inevitable: si estas vacunas son tan seguras, ¿por qué necesitan inmunidad jurídica?
El futuro: ¿Podemos desandar el camino?
La historia de la medicina está repleta de ejemplos de tratamientos aclamados como avances revolucionarios, solo para ser descartados años después cuando sus efectos nocivos se hicieron evidentes. Desde la talidomida hasta el Vioxx, la lección es clara: apresurarse a imponer una solución puede conducir a desastres sanitarios de proporciones incalculables.
Hoy nos encontramos en una encrucijada. La evidencia que apunta a los daños colaterales de la vacunación masiva crece cada día, pero el discurso oficial se niega a ceder. La pregunta no es si estos datos finalmente serán aceptados, sino cuánto tiempo más se seguirá negando lo obvio.
El propio estudio concluye:
"Los modelos teóricos sobre cuántas vidas se salvaron con la vacunación contra la COVID-19 sin respaldo estadístico carecen de validez científica y representan un fracaso metodológico de la ciencia de la salud pública."
Cuando los números no encajan en la narrativa oficial
La vacunación contra la COVID-19 se justificó bajo un principio simple: reducir la mortalidad. Sin embargo, si esa premisa fuese correcta, cabría esperar que las muertes disminuyeran tras la administración masiva de vacunas.
Pero no fue así.
El estudio encontró que los vacunados tenían un 14,5% más de mortalidad que los no vacunados.
En 2021, hubo 6,08 millones de muertes más que en 2020, a pesar de la vacunación masiva.
Las estimaciones de “vidas salvadas” por la vacunación se basan en modelos matemáticos, no en análisis comparativos de mortalidad real.
Se identificó una correlación entre vacunación y exceso de mortalidad en 37 países.
Las agencias de salud pública, lejos de abordar estas cifras con rigor científico, optaron por ocultar información clave y evitar comparaciones directas entre la mortalidad de vacunados y no vacunados.
¿Ciencia o dogma?
La medicina, como toda disciplina científica, debería basarse en la observación, la evidencia y la revisión constante de sus premisas. Pero en lugar de analizar los datos con apertura, se impuso una narrativa rígida, sin espacio para cuestionamientos.
No se trata de revivir debates estériles, ni de generar divisiones innecesarias. Se trata de exigir transparencia, de preguntar por qué estos números no fueron discutidos en horario de máxima audiencia.
Porque si la ciencia no admite preguntas, ya no es ciencia, es ideología.
Robert F. Kennedy, el nuevo Secretario de Salud de EE. UU., ya lo dijo: es hora de recuperar el pensamiento crítico, abrir el debate y recordar que la verdadera ciencia no se impone con decretos, sino con evidencia y argumentos. Sobre todo, es hora de recuperar el principio que nunca debimos haber olvidado:
"Primum non nocere". Primero, no hacer daño.
REFERENCIAS:
Estudio “Forgotten “Primum Non Nocere” and Increased Mortality after COVID-19 Vaccination” https://drive.google.com/file/d/1hkQ_iiDeu5YSBB7bqrRFAz4QsHGAKdI-/view?usp=sharing
Exhortamos a todas las personas de buena voluntad a apoyar difundiendo este artículo en defensa de los derechos fundamentales y la transparencia en la gestión sanitaria.
https://medicalcrisisdeclaration.com/
Así es, Doctora Natalia. A esos datos, cifras y estadísticas, TODOS COMPROBABLES e IRREFUTABLES, que usted nos brinda habría que agregar las PROFUSAS y SILENCIADAS estadísticas de mi país, Argentina, en donde esta FEROZ OPERACIÓN MILITAR (que NO SANITARIA) fue, en verdad, un ABYECTO GOLPE DE ESTADO CONTRA UNA HUMANIDAD ATERRORIZADA, GENUFLEXA y TELECREYENTE, que no atinó a DUDAR, OBJETAR ni CUESTIONAR nada porque fue ABDUCIDA por una NARRATIVA DISTÓPICA y ENVOLVENTE que PARALIZÓ su PENSAMIENTO CRÍTICO. A mí no me cabe duda alguna de que este COMPORTAMIENTO COLECTIVO que ACATÓ el EXPERIMENTO COVID como COBAYAS VOLUNTARIAS (y en algunos casos: INVOLUNTARIAS, por la PRESIÓN LABORAL) deberá ser ANALIZADO DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLÓGICA, PASIQUIÁTRICA y de MANIPULACIÓN SOCIAL porque el INOCULTABLE cambio de personalidad de los INOCULADOS fue INSTANTÁNEO, PROGRESIVO y FATAL. En Mendoza, Argentina, en donde resido, mucha gente está empezando a despertar, pero, TODAVÍA hay SECTORES DE PODER en los que " ESO no se dice" y "de ESO no se habla" Romper el SILENCIO CÓMPLICE es TAREA IRRENUNCIABLE de quienes TENEMOS MEMORIA y NO PERMITIREMOS que este genocidio TRAVESTIDO de ASISTENCIA SANITARIA quede impune. Gracias por su lucha. No está sola. Somos LEGIÓN los que CONVALIDAMOS su gesta por la VERDAD. Un saludo respetuoso desde mi tierra.
Justicia será negar transfusiones limpias de (spike protein-sv40-ADN) a mentirosos criminales: ( gobiernos OTAN,CDC, WEF, NHI, reguladores, OMS-fabricantes mRNA,Faucy- Dasak-Papa Francisco, Pentágono, periodistas y censores).