¿Qué se está negociando en la Asamblea Mundial de la Salud?
¿Un futuro bajo el yugo de la salud global?
En Ginebra, la 77ª Asamblea Mundial de la Salud se encuentra en un momento crítico. Encabezada por el recién elegido presidente, el Ministro de Salud de Botswana, Edwin Dikoloti, esta asamblea enfrenta tensiones sin precedentes mientras debate un tratado pandémico que podría redefinir la autonomía de las naciones en materia de salud pública.
A pesar de más de dos años y medio de negociaciones, el acuerdo ha sido archivado temporalmente el viernes 24/05/2024 debido a desacuerdos fundamentales sobre el intercambio de información en materia de lo que el borrador del acuerdo denomina patógenos con potencial pandémico y la tecnología para combatirlos.
Desacuerdos y manipulación de narrativas
Los informes oficiales de la OMS restan importancia a las verdaderas razones del estancamiento en las conversaciones. Se promueve la necesidad de una "red de seguridad" global para futuras pandemias, omitiendo las preocupaciones sobre la potencial "tiranía de la salud" que tales acuerdos podrían inculcar. La narrativa dominante sugiere que el mundo no puede gestionar las pandemias sin un acuerdo centralizado, ignorando la capacidad histórica de las naciones soberanas para afrontar las crisis sanitarias de forma independiente.
Presión global y resistencia interna
Líderes mundiales como Antonio Guterres, secretario general de la ONU, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, están presionando para concluir el tratado, argumentando que mejorará la respuesta global a futuras pandemias.
Ursula von der Leyen, en su mensaje a la Asamblea, subrayó el compromiso de la Unión Europea con el multilateralismo y la solidaridad. Frente a esta retórica de cooperación global, es necesario preguntarse si continuará reforzando un sistema que favorece a los inversores oligárquicos que intervienen en mercados financieros y en las grandes farmacéuticas y sus agendas.
La realidad es que el hecho de no lograr un consenso dentro del plazo original refleja una resistencia significativa entre los estados miembros. Incluso los negociadores, que trabajaron hasta altas horas de la madrugada, no han podido superar diferencias clave.
El rechazo de Taiwán y las tensiones geopolíticas
La Asamblea Mundial de la Salud también ha sido escenario de tensiones geopolíticas, particularmente en relación con la exclusión de Taiwán como observador. China ha mantenido su firme posición de que Taiwán debe ser tratado según el principio de una sola China, argumentando que la participación de Taiwán en la AMS-WHA promovería el separatismo. La mayoría de los países ha apoyado esta posición, que refleja la influencia de China en la política sanitaria mundial y deja a Taiwán participando únicamente a través de un punto de contacto del Reglamento Sanitario Internacional.
Las consecuencias de la gobernanza sanitaria centralizada
La propuesta de centralizar la gestión sanitaria mundial bajo la dirección de la OMS, encabezada por el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, genera profundas preocupaciones en todo el mundo. La posibilidad de que la OMS decida medidas preventivas y curativas a nivel global, por encima de la soberanía nacional, cuando decide declarar emergencias pandémicas, o emergencias de salud pública de importancia internacional (ESPII), o emergencias de alerta temprana cuando una enfermedad aún no está presente, pero la población debe ser sometida a medidas sociosanitarias, sigue generando un rechazo creciente. Las experiencias recientes con cierres y restricciones durante la era Covid, que devastaron economías sin motivo alguno, han alimentado estas preocupaciones.
El papel de la OMS y la controversia sobre la llamada "plandemia"
El concepto de "plandemia", una pandemia gestionada estratégicamente para beneficiar a las élites económicas, ha ganado fuerza. Las medidas impuestas durante la era covid, que favorecieron a los grandes conglomerados financieros y tecnológicos, han dejado una huella de desconfianza en la población. La transferencia de riqueza de las pequeñas y medianas empresas a los gigantes corporativos ha evidenciado un patrón de enriquecimiento de los más poderosos a expensas del ciudadano común.
Un despertar global y resistencia en Estados Unidos.
El hecho de que la OMS no cumpliera con sus propias reglas, al no enviar el borrador final del tratado a los 194 países miembros tan pronto como era necesario, es decir, en la fecha de 27 de enero de 2024, que era el plazo máximo permitido por el propio artículo 55.2 del RSI, ha sido un catalizador del escepticismo global. En Estados Unidos, 49 senadores republicanos han instado al presidente Biden a no firmar el tratado, mientras que 22 fiscales generales han afirmado que sus estados no respetarán las normas impuestas por este acuerdo.
Esfuerzo de financiación de la OMS: una nueva era de dependencia económica, conferencias sobre inversiones y compromisos políticos.
Horas antes del inicio de la 77ª Asamblea Mundial de la Salud, el domingo 26 de mayo de 2024 por la noche, Tedros Ghebreyesus, Director General de la OMS, lanzó un ambicioso programa de acción de cuatro años (2025-2028) que requerirá una financiación flexible de 7.000 millones de dólares, de un total de 11.100 millones de dólares necesarios para su implementación. Este esfuerzo de financiación ha sido promocionado como una medida crucial para mejorar la calidad y previsibilidad de la financiación de la organización. Sin embargo, esta medida es un intento más de centralizar aún más el control de la salud mundial bajo los auspicios de la OMS.
El Ministro de Salud de Noruega también promueve la exigencia de una financiación sostenible y justa para la OMS. Mia Mottley, Primera Ministra de Barbados, ha abogado por un cambio radical en la gobernanza financiera global para garantizar la equidad en el acceso a la salud.
La OMS planea organizar una conferencia sobre inversiones y compromisos políticos de alto nivel para atraer financiación adicional. Este evento está previsto para finales de año y ya ha generado interés en varios países. Qatar, por ejemplo, ha anunciado su intención de contribuir significativamente. Sin embargo, estas promesas de financiación deben considerarse en el contexto de la creciente dependencia económica de las naciones de una única entidad global para su bienestar sanitario.
Infodemia y censura de la información: un dilema en la Asamblea Mundial de la Salud.
Uno de los temas más polémicos en la 77ª Asamblea Mundial de la Salud es la “infodemia”, definida como la sobreabundancia de información, tanto precisa como inexacta, que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación confiable cuando la necesitan. Intensificar sus esfuerzos para combatir esta infodemia, una iniciativa que suscita serias preocupaciones sobre la censura y la libertad de información.
Tedros Ghebreyesus Directo General de la OMS en la 77 Asamblea Mundial de la Salud en el minuto 15:35’ pide que firmen el acuerdo y se denuncie la desinformación.
El poder de decidir la validez de la información.
La OMS quiere erigirse en un ministerio de la verdad al más puro estilo orwelliano, encargado de determinar qué información es válida y cuál no. Sin embargo, esta capacidad de definir la desinformación no está claramente delimitada en el texto de las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) ni en el proyecto de Tratado sobre Pandemia, que, a pesar de definir muchos conceptos aplicables, omite una definición concreta de desinformación. Esta ambigüedad permite interpretaciones subjetivas por parte de los Estados miembros, que pueden variar significativamente según su grado de autoritarismo.
Riesgos de la subjetividad de la información
El Tratado sobre Pandemia enfatiza la necesidad de que todos los estados colaboren en la lucha contra la desinformación. Sin una definición clara, un Estado totalitario podría etiquetar cualquier información inconveniente como infodemia. Esto obligaría a todos los Estados miembros a considerar dicha información como desinformación, incluso si fuera veraz. Dado que la OMS está compuesta por 194 estados, algunos de los cuales no se adhieren a principios democráticos, esta disposición podría usarse para imponer censura previa, silenciar las voces disidentes y controlar la narrativa sanitaria global.
Un instrumento de censura
En un escenario en el que la definición de desinformación se deja a la discreción de los Estados miembros, la lucha contra la infodemia podrá transformarse en una herramienta de censura. Los Estados con tendencias autoritarias podrán manipular esta capacidad de reprimir la información crítica y contraria, erosionando los principios de transparencia y libertad de expresión. Esto contravendría los derechos fundamentales, y socava la confianza del público.
Implicaciones globales.
La posibilidad de que la lucha contra la infodemia se convierta en una forma de censura previa tiene profundas implicaciones para la libertad de información a nivel mundial. En un mundo donde las voces disidentes pueden silenciarse con el pretexto de combatir la desinformación, la diversidad de opiniones y el debate crítico están en riesgo. Esto es especialmente preocupante en el contexto de la salud pública, donde el acceso a información diversa y confiable es esencial para que el público pueda tomar decisiones informadas.
La Asamblea Mundial de la Salud de este año está dejando claro que la lucha por la autonomía y la soberanía en la gestión de la salud mundial está lejos de estar resuelta. Con países divididos entre la cooperación internacional y la protección de sus propios intereses, ahora todo pende de un delicado equilibrio. Las negociaciones sobre el tratado sobre la pandemia y las enmiendas al RSI son sólo el comienzo de un debate mucho más amplio en un mundo interconectado, pero con intereses profundamente divergentes.
En este contexto, es imperativo que ciudadanos y líderes mantengan una vigilancia constante y un compromiso firme con los principios de transparencia y soberanía. Garantizar que las políticas sanitarias globales no se conviertan en instrumentos de control y dominación.
Vigilancia continua
La lucha por la soberanía en la gestión de la salud pública está lejos de terminar. La resistencia a la imposición de una gobernanza sanitaria centralizada sigue creciendo, y es crucial que los ciudadanos permanezcamos atentos a cualquier intento de consolidar el poder de la OMS a expensas de las comunidades, las autonomías, las naciones y la soberanía sobre nuestros propios cuerpos.
Es crucial comprender que, aunque las negociaciones actuales puedan haber llegado a un punto muerto, hasta el 24 de mayo de 2024, la batalla por la autonomía en la salud global está lejos de estar resuelta. No debemos volvernos complacientes ni dar por sentado que los desafíos han sido superados. La realidad es que esta situación es sólo una pausa en una contienda en curso.
Lo que se está decidiendo en la Asamblea Mundial de la Salud no debe verse como el final del camino, sino como una necesidad por nuestra parte de una vigilancia constante. Las amenazas a la soberanía sanitaria no se disipan con un aplazamiento temporal de las negociaciones. Por el contrario, estas amenazas requieren una atención renovada y una preparación constante para futuras deliberaciones y decisiones que pueden tener un impacto profundo y duradero en nuestras vidas y libertades.
Es vital que los ciudadanos, los representantes que se presentan a las elecciones y las organizaciones de la sociedad civil permanezcan vigilantes y activos. La ruptura de las negociaciones no significa que se hayan abandonado los esfuerzos por centralizar la autoridad sobre la salud mundial. Los promotores de estas iniciativas seguirán buscando formas de implementar sus agendas, y es nuestra responsabilidad garantizar que estemos protegidos de cualquier medida que intente faltar al respeto a la soberanía sobre nuestros propios cuerpos y los derechos y libertades de la ciudadanía.
La defensa de la libertad de tratamiento y de método se encuentra en un campo de batalla que requiere de un esfuerzo continuo en pro de la medicina individualizada. Cada paso dado hacia una gobernanza sanitaria mundial centralizada representa un desafío que debemos afrontar con determinación y claridad de propósito. La historia nos ha enseñado que la libertad y la autonomía no son regalos permanentes, sino que deben protegerse y defenderse constantemente contra cualquier intento de erosión.
Es a través de la acción colectiva y una oposición firme que se puede garantizar un equilibrio justo para resistir cualquier intento de centralización excesiva en la OMS que pueda comprometer la capacidad de los médicos para tomar decisiones independientes sobre tratamientos y métodos para tratar la salud de nuestros pacientes. En Médicos por la Verdad generamos resiliencia sin ceder a la imposición de estructuras centralizadas que pueden no reflejar nuestras necesidades y contextos específicos.
Es responsabilidad de todos nosotros mantenernos informados, involucrados y activos en la defensa de la soberanía sobre la salud de nuestros propios cuerpos.
La historia se está escribiendo ahora y nuestra vigilancia y acción serán decisivas.